De siempre, fuera de Zamora, era Zamora conocida sobre todo por Sanabria y Toro, o sea: el lago de Sanabria y el vino de Toro, que en esto no vale engañarse. Los turistas, al lago, en el buen tiempo, y los aficionados a catar buenos caldos a saborear los espesos tintos toresanos, de los que se decía que casi se podían masticar. Era su fama, que se había hecho nacional. Buenas cepas, buenas uvas y buen producto, que con el tiempo, ya a finales del siglo pasado, vería variar el matiz tradicional en favor de una elaboración más acorde con los gustos actuales y con la extensión de una amplia cultura del vino, conservando la esencia pero mejorando las calidades en todos sus variados aspectos.

Llegaría luego la Denominación de Origen y ello convirtió la fama de los tintos toresanos en un prestigio que les llevaría a abrirse a todos los mercados posibles y al florecimiento de nuevas y muchas bodegas atraídas por las posibilidades ofrecidas y que no solo se han cumplido sino que han ido a más incluso en los años de la crisis que todavía colea. Tanto se ha relacionado a Zamora con sus caldos que a Toro le acompañan ya otras denominaciones: Tierra del Vino, Arribes, Valles de Benavente, que dan a la provincia una sólida y bien ganada presencia dentro del ámbito bodeguero y no solo español. Lo cierto es que junto a los casi imbatibles Rioja y Ribera del Duero forma un triunvirato triunfal dentro de las infinitas denominaciones de origen -demasiadas- existentes en España actualmente.

Que este va a ser el año de Toro parece una incuestionable realidad, gracias a que durante muchos meses, desde la primavera, va a permanecer abierta la nueva edición de Las Edades del Hombre, la magna exposición de arte sacro cuya fama atrae a visitantes de todo el país e incluso del extranjero. Un turismo que previsiblemente se va a extender a toda la provincia, o parte de ella, pues hay mucho que ver, y principalmente a la capital, tan cercana a la ciudad toresana. Vendrán muchas personas en el AVE, sí, y en autobuses fletados especialmente con este fin, pero sobre todo llegará mucha gente en sus vehículos particulares, lo que podrá facilitar sus recorridos por Zamora. Y a eso se está atento desde que el verano pasado se anunciara la tan esperada celebración.

El interés por la llegada de Las Edades se ha hecho general, así como los deseos de colaboración que deben estar, desde luego, por encima de cualquier sectarismo político. Las instituciones, todas, de uno y otro signo, van a cooperar -ya lo están haciendo- con el evento. Y paralelamente se ponen en marcha proyectos como EnoToro, en el que participan la Diputación, el Ayuntamiento toresano y el Consejo Regulador de la Denominación para la promoción de sus vinos como un eficaz recurso turístico. O esa Jornada Internacional de Enoturismo organizada para hoy por nuestro periódico con asistencia de expertos, enólogos y bodegueros de renombre, con el mismo fin. Algo que ya hace tiempo funciona con éxito en otras zonas vinícolas y que aquí, ahora, con Las Edades, puede tener la gran ocasión dados los alicientes de todo tipo y alto nivel que se pueden ofrecer a los visitantes.