En el mes de junio de 1898 un destacamento de soldados españoles trataba de resistir el asedio de los insurrectos filipinos en la iglesia del Pueblo de Baler (iglesia de San Luis de Tolosa) cuyo templo tenía gruesos muros y una torre para otear.

Desde 1896 los filipinos habían iniciado una insurrección contra el Gobierno Colonial Español, pero, a pesar de haberse firmado el Pacto de Biak-na-Bató a finales de 1897 que debería poner fin al conflicto, los revolucionarios volvieron a la lucha, financiados y armados por los Estados Unidos.

Proclamada la independencia de Filipinas a finales de 1898, con la firma del Tratado de París entre España y Estados Unidos, se ponía fin a la guerra (ya que habían firmado un alto el fuego en agosto) y España cedía la soberanía sobre Filipinas a Estados Unidos.

El destacamento sitiado en Baler desconocía el desarrollo de los acontecimientos y trataba de resistir el asedio dentro de la iglesia del pueblo. Los sitiadores intentaban en vano enviar noticias a los sitiados para que se rindieran, sin conseguirlo. Emisarios españoles intentaron convencer a los sitiados para que depusieran las armas y ser repatriados a España. El grupo de resistentes sitiados creían que eran engañados y decidieron resistir por las armas. Nuevos emisarios españoles fracasaron en el intento de convencer a los sitiados de que depusieran las armas. En abril de 1899, las autoridades militares estadounidenses enviaron, a petición española, una cañonera para liberar al destacamento de Baler, pero las tropas desembarcadas cayeron en manos de los filipinos, sin lograr su propósito.

A finales de mayo, un nuevo enviado español, el teniente coronel Aguilar, llegó a Baler por orden del gobernador general español, con órdenes de que los sitiados depusieran su resistencia y le acompañaran a Manila, pero estos volvieron a desconfiar y tuvo que marcharse sin conseguir su objetivo.

Cuando hojearon los sitiados unos periódicos que Aguilar había dejado en la iglesia descubrieron que la noticia no podía ser un invento y quedaron convencidos de que España ya no ostentaba la soberanía sobre Filipinas y que no tenía sentido seguir resistiendo en la iglesia. El 2 de junio de 1899 el destacamento español de Baler se rindió dando fin a 337 días de sitio. Las autoridades filipinas aceptaron unas condiciones honrosas de capitulación y permitieron su paso, sin considerarles prisioneros, hasta Manila, mediante compromiso firmado por el teniente Martín Cerezo con el presidente filipino Aguinaldo, que emitió un decreto en el que exaltaba su valor. Tras un recibimiento apoteósico en la capital filipina, los supervivientes fueron repatriados a España.

Decreto: Habiéndose hecho acreedores a la admiración del mundo las fuerzas españolas que guarnecían el destacamento de Baler, por el valor, constancia y heroísmo con que aquel puñado de hombres aislados y sin esperanza de auxilio alguno, ha defendido su bandera por espacio de un año, realizando una epopeya tan gloriosa y tan propia del legendario valor de los hijos del Cid y de Pelayo; rindiendo culto a las virtudes militares, e interpretando los sentimientos del Ejército de esta República, que bizarramente les ha combatido; a propuesta de mi secretario de Guerra, y de acuerdo con mi Consejo de Gobierno. Vengo en disponer lo siguiente: Artículo único. Los individuos de que se componen las expresadas fuerzas no serán considerados como prisioneros, sino por el contrario, como amigos; y en su consecuencia, se les proveerá, por la Capitanía General, de los pases necesarios para que puedan regresar a su país. Dado en Tarlak a 30 de junio de 1899.- El presidente de la República. Emilio Aguinaldo.- El secretario de Guerra, Ambrosio Flores.