El 24 de abril de 1506 llegaban a La Coruña doña Juana y don Felipe procedentes de Holanda, tomando el camino de Castilla donde don Felipe iba a relevar al rey Fernando en el mandato sobre los castellanos. Felipe el Hermoso llegaba a España custodiado por la guardia flamenca y por seis mil soldados españoles que había reclutado en Galicia; contaba ya con una buena parte de la nobleza, aduladores, a su favor, entre los que se encontraba el conde de Benavente.

El rey Fernando el Católico pretendía salir a recibir a la real pareja, enviando emisarios para concertar el punto donde se produciría el encuentro; don Fernando viajaba sin más séquito que los caballeros de su Corte, viajando en mulas, sin escolta militar. La situación no era favorable al regente que tenía en su contra a nobles como el conde de Benavente que llegó al extremo de prohibir la entrada en sus villas y territorios al monarca aragonés y sus partidarios.

El conde había organizado grandes fiestas en Puebla de Sanabria en honor de los recién llegados. Don Fernando esperaba en la localidad de Asturianos poder entrevistarse con su hija doña Juana a la que no le fue permitido el encuentro con su padre.

Llegado a Puebla don Felipe, escribió a don Fernando que, siendo su intención ir a Benavente, esperaba no encontrar al monarca aragonés en su camino. Disgustado don Fernando por tal proceder, marchó a Villafáfila. Mientras tanto, el flamenco entraba en Benavente, donde se le esperaba con suntuosos festejos en su honor. Desde allí y por medio de delegados, don Fernando firmó la renuncia a la regencia y gobierno de Castilla que venía ejerciendo desde la muerte de su esposa Isabel.

Pretendía Felipe el Hermoso celebrar Cortes en Benavente con intención de declarar incapacitada a su esposa doña Juana y dejarla recluida en la villa para tomar él el gobierno exclusivo de Castilla. Las intenciones del rey llegaron a conocimiento de doña Juana, que aprovechó un día que don Felipe estaba entretenido en el Castillo contemplando una lucha con leones y salió ella hacia la villa, sentándose en el umbral de una pastelería donde manifestó su propósito de no moverse de allí. Ni el rey ni los nobles que le acompañaban lograron persuadirla de que retornase al Castillo; allí pasó la noche con toda la guardia alemana en vela por si el rey Fernando acudía a rescatar a su hija.

Aquel suceso dio lugar a que toda la Corte marchara de Benavente, abandonando tierras zamoranas para asentar sus reales en Burgos, donde, súbitamente, don Felipe murió el 25 de noviembre de aquel mismo año, con lo que don Fernando volvió a asumir la Regencia porque doña Juana se mostraba más incapaz después de la muerte de su esposo.

Fuente: Memorias Históricas de Zamora, de Cesáreo Fernández Duro.