Aunque de hecho no participa en las negociaciones, que corresponden ahora por designación del rey al candidato socialista a la investidura, Pedro Sánchez, el PP, a la desesperada, ha querido, igual que el PSOE, contar con su propio documento de puntos de encuentro de cara a posibles pactos en los que Rajoy pudiera seguir como presidente del Gobierno, o sea, la tan ansiada -por ellos y por Albert Rivera- alianza PP-PSOE-Ciudadanos, que Sánchez rechaza siempre de plano, y van ya según las cuentas de Cospedal, la secretaria general del partido, 18 negaciones socialistas.

Parece que la propuesta popular es un reflejo más de lo que ha sido su mandato durante los cuatro años anteriores, un ejercicio de torpe voluntarismo que no deja de resultar cínico. Ganas de engañarse uno mismo, en fin, de un Rajoy al que todos contemplan ya acabado, empezando por los suyos, aunque bien harían los socialistas en no vender la piel del oso antes de cazarlo. Han calificado la oferta del PP como improcedente y poco creíble cuando se refiere a asuntos como la sanidad y la educación en los que ha hecho estos últimos cuatro años todo lo contrario de lo que ahora promete hacer, como si alguien creyese ya en las promesas de Rajoy. Sin olvidar, por supuesto, la corrupción que corroe las entrañas del partido y contra la que no se lucha apenas, algo que debería ser suficiente para alejar definitivamente las aspiraciones de PP a seguir gobernando, pues los grandes escándalos descubiertos y que se están descubriendo estos días deslegitiman tal propósito, aunque solo sea por dignidad nacional y aunque sea el partido más votado.

En igual línea pero en otro tono se ha mostrado Ciudadanos, cuyo líder, Rivera continua impertérrito brujuleando de uno a otro lado, tratando de estar en todos los frentes y volviendo a su vieja propuesta de la triple alianza. En su entrevista del jueves con Rajoy, el candidato centrista o centroderechista o derechista no le planteó al todavía presidente del PP si su partido estaría dispuesto a abstenerse en la investidura para facilitar un Gobierno PSOE-Ciudadanos, explicando luego que no podía hacerlo por cuanto no había llegado a ningún acuerdo definitivo con Sánchez. Lo que no fue óbice para que Rajoy reiterase que el PP no se abstendrá y votaría contra esa opción. Así que Rivera presionó y recordó al presidente en funciones del Ejecutivo una de las exigencias fundamentales de Ciudadanos, además de la incuestionable lucha de verdad y en profundidad contra la corrupción: la concretada en pinchar la burbuja política, porque mientras se han recortado los derechos sociales y se han subido los impuestos, no se han tomado medidas tan necesarias como la eliminación del Senado, las diputaciones y los entes regionales duplicados. En realidad lo único que se sacó en limpio de tal entrevista fue lo que ya se da por acordado y sabido: el no al referendo separatista de Cataluña.

Sánchez, reiterado el no al PP, parece que confía en llegar a un acuerdo para que Podemos se abstenga en la investidura y deje gobernar a PSOE y Ciudadanos. Pero Iglesias opina todo lo contrario.