El calendario ha impuesto este año muy pronto los carnavales, una celebración tradicional que tuvo tiempos de gran brillantez antes y después de la dictadura pero que últimamente parece haber ido a menos salvo en aquellos lugares donde la fiesta marca todo un hito, aunque los niños, en todas las partes, sean los que más disfrutan del tiempo de disfraces en esa vacación añadida, una pausa dentro del trimestre escolar. Será, lo de la pérdida de fuelle, porque la vida y la política se han convertido en un gran carnaval donde el travestismo y la falsedad son complementos habituales.

Aun así, se espera con ganas el carnaval que ya está aquí, que ha llegado ya. El personal anda un tanto estresado tras el cambio marcado por las elecciones del año pasado, esperando el remate final, a ver qué pasa, con Ciudadanos arrimándose ahora al PSOE, un amor imposible en la práctica a menos que fallen las matemáticas o que el PP se abstenga en la votación de investidura de Sánchez, que va a ser que no, por lo que todos los caminos conducen a lo mismo: al pacto PSOE-Podemos, único que garantiza que el líder socialista pueda formar un Gobierno de cambio.

Pero como las cosas parece que pueden ir para largo, lo que toca ahora es el carnaval, que en Zamora quedó abierto, como es normal, el viernes con gran participación de gente menuda, los más asiduos protagonistas de la fiesta, siempre con el disfraz puesto. Contribuye además el cambio climático, o lo que sea, con un invierno propicio, sin apenas frío. Para la diversión, el Ayuntamiento ha preparado y tiene en marcha un programa muy denso de atracciones, sin novedades realmente, salvo la ampliación de las actuaciones de las murgas, que tanto éxito tienen, en el Teatro Principal.

Y más vale así, lo de las novedades, porque lo que funciona mejor no tocarlo, pues cuando se hace las cosas suelen ir a peor y con imprevisibles resultados. En ese sentido, el equipo de Gobierno local, aunque se incluya dentro de los ayuntamientos del cambio, está dando una lección de continuidad y sentido común, como quedó demostrado en la reciente Cabalgata de Reyes y se reitera a la sazón. Todo lo contrario que lo ocurrido en otros sitios, Madrid a la cabeza, donde una sesión de títeres en el arranque carnavalesco ha terminado con dos detenidos tras darse vivas a ETA. Y es que el progresismo mal entendido, ejercido por gentes sin las condiciones requeridas, suele terminar en tales desmanes y peores. Para hoy y como es tradicional está previsto el gran desfile, en la capital y en la provincia, con Toro como lugar de honor por méritos propios. En Zamora se repetirá en la tarde del martes. Pero hay muchos más motivos de diversión, contando para ello con la carpa de la Plaza Mayor donde habrá parques infantiles, exhibiciones de danza, discomóvil, discoteca, y más, todo dentro del ambiente, el colorido y los sonidos alegres y festivos de los carnavales. Luego, el miércoles, adiós a lo que se daba, con el entierro de la sardina y el retorno a la normalidad, a la gris mascarada de la vida, de la política y los políticos.