Esto se acabó; aquí ya no se pasa por ninguna", dijo el jueves Rajoy en el Congreso ante el grupo de diputados del PP. Los asistentes ovacionaron al orador y prorrumpieron en "vivas, bravos" y demás muestras de aprobación y de adhesión inquebrantable. Las crónicas no cuentan si los parlamentarios valencianos fueron los más entusiastas, los que sacaron pecho o los que, silbando, miraron hacia el techo como si no fuera con ellos el lío perejil. Si la reunión hubiese sido con los senadores, quizás los ojos se hubieran clavado en la dicharachera y exincombustible Rita Barberá, pero?

Casi una semana atrás, el mismo Rajoy había declarado ronca y solemnemente en Valladolid ante la Ejecutiva Regional del PP castellanoleonés que "aquí el que no haga lo que es debido se va". Por entonces ya había estallado la operación Taula, pero no se conocían tantos datos como los que dieron lugar a eso de "esto se acabó". Y con los nuevos descubrimientos y los que, según todos los indicios, irán apareciendo cabe preguntarse: ¿qué es lo que se ha acabado?, ¿quién dice que se ha acabado?, ¿se acaba un escándalo de tales dimensiones, que viene a sumarse a otros similares o aun peores, con la simple suspensión de militancia de los implicados?, ¿y el dinero que se han llevado?, ¿quién lo devuelve?, ¿y el fraude electoral cometido al jugar con la ventaja de poder gastar más euros y obtenidos como se obtuvieron?

El nuevo saqueo público conocido como operación Taula viene a sumarse a tantos y tantos ocurridos en una comunidad, la valenciana, puesta durante años como ejemplo del buen hacer del gobierno del PP. Aún resuenan aquellas palabras de Mariano Rajoy dirigidas en un mitin a Camps: "Paco, yo siempre estaré contigo, al lado, detrás, delante, pero siempre contigo". Y las que, en otro mitin, dedicó a Alfonso Ruz, a la sazón presidente de la Diputación valenciana y presidente del PP en aquella provincia: "Alfonso, te quiero". Y luego le soltó una serie de piropos, con algún taco coloquial, que harían enrojecer a cualquiera, y más ahora que, según la Guardia Civil, se va sabiendo que el tal Alfonso es uno de los cerebros de la Taula y aquel que contaba los billetes en valenciano hasta llegar a "dos millones de pelas", ya en castellano.

Y con la cadencia de lo previsible, llegó el turno de Rita Barberá, la eterna alcaldesa, la del caloret. Y Rajoy, claro, se apresuró en un primer momento a decir que Rita estaba limpia, como antes Camps y Alfonso. Pero se van conociendo detalles y santa Rita, lo que se da no se quita, ya ha bajado de los altares, ya nadie pone la mano en el fuego por ella, ya está semiapestada dentro de su propio partido. Ahora mandan que miremos para otro lado, que esto se acabó, que ya no se va a dejar pasar ni una. Tarde, muy tarde. Y, además, sin asumir, de verdad y no solo de boquilla, responsabilidades políticas y de otro tipo. ¿Nadie se enteró de nada de lo que estaba pasando en Valencia?, ¿a nadie con autoridad y mando nacional le extrañaron aquellos derroches, aquellos montajes?, ¿nadie preguntó nada?, ¿todos dieron por bueno que lo que pasaba en Valencia era excelso, impecable, casi sobrenatural?, ¿alguien con un mínimo sentido crítico, sin forofismos, se lo cree?

El enésimo lío valenciano llega en un momento en el que todos los esfuerzos de todos (recalco los dos "todos") deberían de estar volcados en arreglar lo del Gobierno de España. O, al menos, intentarlo, algo a lo que Mariano Rajoy parece haber renunciado tras darle dos veces calabazas a Felipe VI. ¿También ahí ha pronunciado el "esto se acabó"? Al margen de desencuentros, rechazos, vetos y escasa capacidad para el diálogo y la cesión, lo cierto es que el problema de la corrupción está restando mucha credibilidad a Rajoy. Si no se enteró de nada (incluida la destrucción de los ordenadores de Bárcenas, ¿cómo confiar en que ahora sí estará al loro?, ¿cómo fiarse de él y de quienes le apoyan incondicionalmente, sin plantearse ninguna duda?, ¿nadie del PP piensa que hace falta un cambio de candidato y de máximo dirigente del partido?, ¿hay quien lo piensa pero no se atreve a decirlo porque lo arrojarían a las tinieblas exteriores?

No, claro que esto no se ha acabado. Falta mucho por investigar, mucho por descubrir, mucho por hacer, mucho por solucionar. Y no es fácil, no. Pero al menos habrá que intentarlo después de entonar el mea culpa y jurar propósito de la enmienda. Una enmienda que no puede reducirse a dar de baja como militantes a quienes han metido la mano. Devolución de lo robado, castigo a los responsables. Y a quienes lo permitieron e, incluso, jalearon.