Según el Instituto Nacional de Estadística, las cifras oficiales de población correspondientes a 1 de enero de 2015 revelan que Zamora ha perdido 1.996 habitantes durante 2014. Solo 71 municipios han ganado efectivos demográficos, nueve se han mantenido estables y 168 han reducido sus residentes. En términos relativos, Zamora es una de las ocho provincias españolas con los mayores descensos de población. Solo nos superan Segovia, León, Ciudad Real, Ourense, Ávila, Soria y Cuenca. Tal vez el único consuelo que nos queda es comprobar que todas provincias de Castilla y León han mermado sus recursos humanos. En conjunto, el descenso ha sido de 22.738 habitantes, un 0,9 por ciento, compartiendo junto a Castilla-La Mancha y Asturias el "honor" de encabezar, en términos relativos, las mayores pérdidas de población de España.

Si echamos la mirada algo más atrás, la situación más comprometida de los municipios de Zamora la tienen 12 localidades que no han incrementado sus residentes en ninguno de los años desde el inicio del siglo XXI hasta la actualidad. Son Arrabalde, Fuentelapeña, Gallegos del Río, Losacino, Moreruela de Tábara, Olmillos de Castro, Pinilla de Toro, Quiruelas de Vidriales, Rabanales, Riofrío de Aliste, San Vicente de la Cabeza y Vezdemarbán. Del resto de municipios no cabe deducir que la evolución haya sido positiva durante este período; al contrario, salvo honrosas excepciones, lo habitual ha sido la pérdida de población en la mayoría de años y que, por circunstancias muy concretas, solo hayan incrementado sus efectivos en alguna anualidad. Lo mismo cabe deducir de las distintas comarcas de la provincia, ya que, desde el año 2000, todas han perdido recursos humanos: Benavente y Los Valles (-24%), Aliste (-22,8%), Sayago (-21,3%), Sanabria (-19,7%), Campos Pan (-17,9) y Duero Bajo (-4,7%).

Ahora bien, aunque los datos son poco alentadores e invitan a salir corriendo, lo que realmente debería ocuparnos y preocuparnos no es que Zamora pierda población sino sobre todo identificar las causas que producen una situación supuestamente tan catastrófica. Y una vez identificadas las causas, poner en práctica las soluciones más adecuadas. Porque si las causas no se conocen y no se desentrañan con rigor, sobran todas las recetas que se lanzan a los cuatro vientos para atajar el mal que supuestamente se ha identificado. Por tanto, no debemos confundir las causas con las consecuencias de un problema. Pero tampoco deberíamos deprimirnos por el hecho de que nuestra provincia pierda o gane habitantes. Lo más importante es que los residentes en Zamora, indistintamente de que hayan nacido aquí, en otras provincias o incluso en otros países, vivan lo mejor posible y disfruten de unas condiciones aceptables de bienestar. Esto, como digo, es lo que sobre todo debería interesarnos también en Zamora.