Hasta el domingo, día 20, por la noche no se sabrá por estos lares si Zamora cuenta, finalmente, con un diputado que represente de verdad a la provincia. Sí, ya se sabe que habrá no uno, sino tres, siempre monopolizados por PP y PSOE, con los (malos) resultados que a la vista están. Pero es que no se trata de eso, de mantener en Madrid a un representante, un empleado en realidad, del partido cuya única misión es calentar el escaño y apretar el botón que se le ordena, sino de contar con alguien que esté allí para reivindicar la existencia de la provincia, sus carencias y problemas y los de sus moradores; alguien que se deje ver, que se deje oír, que haga preguntas, que exija respuestas, que lleve la voz de Zamora a las altas instituciones del Estado.

Tanto en el PP como en el PSOE local creen que no les moverán, que resistirán los embates de los partidos emergentes, pero solo pueden esgrimir la encuesta cocinada del CIS y ello les infunde un temor que tratan de disimular a base de voluntarismo y bravatas, pero sin tenerlas todas consigo ni mucho menos, tanto los conservadores como los socialistas. Y es que, por el contrario, ha circulado estos días por los medios un detallado informe que apunta las posibilidades de que también en Zamora, como en el resto de la región, la candidatura centrista de Ciudadanos consiga un diputado que perdería el PP. A lo que hay que añadir la gran escalada de Podemos en la recta final que puede acercarse más e incluso superar a los de Albert Rivera, lo que incrementaría las posibilidades de que ese tercer escaño en liza acabe yendo a parar a Requejo o a Llamero.

El PP, aparte de pedir como siempre que gobierne el más votado, da por seguro que seguirá teniendo dos diputados, porque los zamoranos les conocen, dicen, lo que precisamente debería suponerles un serio motivo de duda. Solo que hasta ahora no habían contado con semejantes rivales y esta vez, sí, por lo que tal vez ya no les valga el viejo recurso del más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer, la caciquil actitud que ha ido forjando a través de los tiempos y las generaciones la resignación inane de toda una provincia que se despuebla y cuya juventud, lo mismo en la actualidad que hace cien años, no tiene otro remedio que salir fuera, al extranjero o a las zonas más industrializadas del país, en busca de empleo y de futuro. Un 40 por ciento de los trabajadores jóvenes se han ido de Zamora en los años de la crisis.

Esta, la del domingo, va a ser una ocasión histórica que aprovechar. Lo que PP y PSOE llevan dando de sí y de no ya se ha visto durante tres décadas. Parece, pues, el momento perfecto y oportuno para brindar una oportunidad a los nuevos, a los partidos que aportan renovación y nuevas formas y maneras de hacer política: Ciudadanos y Podemos. No son políticos profesionales en ningún caso, no llegan con ánimo de servirse sino de servir a la sociedad puntualmente y de representar a Zamora en el Congreso. Y en todo caso hay una certeza concreta y suficiente: que peor que PP y PSOE no lo pueden hacer.