El 20 de diciembre no nos jugamos un simple cambio de Gobierno. Olfateen el ambiente. Estas no son unas clásicas elecciones de las de "quítate tú, para que me ponga yo". Ni esas en las que tantos se encogen de hombros y dicen, escépticos:

-Para qué voy a votar, si pájaros y pardales, todos iguales.

Es verdad que también esta vez hay pájaros. Y pardales. E incluso canarios anaranjados. Pájaros todos, al fin y al cabo. Sin embargo, también existe algo que se llama Podemos y donde solo hay gente, como usted, como tú y como yo. Gente cansada de aguantar tanto pájaro durante tantos años. Gente harta de ver que no se hace nada para arreglar un país que ha dejado de funcionar o para dar salida a una Zamora -ciudad y provincia- que agoniza en más de un sentido. Y resulta que a lo mejor esta vez no hay que votar resignados o eligiendo entre Guatemala y Guatepeor. A lo mejor esta vez podemos, al fin, votar con esperanza, con optimismo y con una sonrisa amplia, cómplice y compartida.

Lo que vamos a decidir el 20 de diciembre es el sentido de la próxima década, el rumbo de una nueva etapa. El actual modelo de país se nos ha agotado. Oxidadas y faltas de renovación, crujen todas nuestras instituciones. Y lo mismo da que mires a las obsoletas diputaciones, abajo, o a la mismísima Jefatura del Estado, en la cúspide. La sensación de fin de ciclo, de nueva etapa, se extiende. Hemos cambiado de siglo y de generación. Y en este siglo XXI, con la gente que ahora tiene fuerza, brío y pasión, no podemos seguir funcionando como en el siglo XX. Sencillamente el mecano social ya no sirve, hay que renovarlo. Y en estas elecciones decidimos cómo vamos a hacerlo y qué rumbo colectivo marcamos.

Puede ser el mismo que ahora tenemos: beneficiando a las élites económicas, condenando a la emigración a nuestros jóvenes, expulsando de sus pueblos a la gente del campo, transformando en pobres incluso a quienes trabajan y permitiendo el deterioro de la vida de la mayoría hasta extremos inconcebibles. Es el rumbo suicida que nos están imponiendo los poderosos, presos de una codicia sin freno y que, en su afán por quedarse con todo, parecen dispuestos a matar la gallina de los huevos de oro, que somos la mayoría social que mantiene la actividad económica, consumiendo y viviendo. Si estiman que ese es el rumbo adecuado para la próxima década, no lo duden y voten a quienes nos están gobernando. O a su recambio de urgencia, Ciudadanos. O al PSOE, siempre capaz de traicionar a sus votantes, para acabar gobernando en favor de unas élites de las que ya forma parte su inefable y vergonzoso patrón mayor, Felipe González.

Pero también es posible trazar un rumbo distinto, opuesto y que nos permita tener gobiernos en los que la mayoría se vea reflejada, defendida y representada. Hablo de gobiernos que estén al servicio de los de abajo -el noventa por ciento de la población- y que tengan el valor de enfrentarse con los de arriba para decirles:

-¡Ya basta! ¡Os estáis pasando! ¡En una democracia manda la gente!

Hablo de gobiernos en los que veamos gente preparada, inteligente, capaz y sobre todo decente; gente que no esté en la política para enriquecerse, sino para sacrificarse.

Si estiman que es mejor dar un "volantazo" en este sentido, poner fin al saqueo que estamos viviendo y apoyar a quienes juran no dejar a nadie atrás, entonces les pido el voto para Podemos. No hay más opciones reales, salvo la de tirar su única arma, el voto, a la basura de la irrelevancia. O apoyan a los del "no se puede hacer nada distinto a lo que estamos haciendo". O apoyan a los de "claro que podemos hacerlo de otra manera, a favor de todos y no solo de algunos". El 20 de diciembre nuestro voto decidirá si seguimos gobernados por pájaros amaestrados que solo obedecen a quien les da el alpiste o por gente decente y capaz de plantar cara a los de arriba. Piensen en ello, pensadlo. Y ojalá en poco más de una semana tengamos un país algo mejor, una Zamora con esperanza y una enorme sonrisa colectiva.

(*) Candidato n.º 1 al Congreso por Podemos Zamora