El obispo de Zamora, don Suero Pérez de Velasco, llegó a ser prelado de la Diócesis de Zamora por designación del rey Alfonso X el Sabio. Don Suero había sido servidor real y ejerció como "notario del rey de León". Tan vinculado estuvo a Alfonso X, que se cuenta de él como el obispo alfonsino.

Durante su mandato episcopal ocurrió un extraordinario suceso que puso de manifiesto su carácter enérgico e impetuoso. El monasterio de las Dueñas gozaba de exención de la jurisdicción episcopal, pues este monasterio solo obedecía a los prelados de la orden dominicana cuya regla seguía. Esto no lo soportaba el obispo don Suero, que consideraba que estando enclavado en la misma capital de la Diócesis el monasterio debía estarle sometido. Conminó a las religiosas a que reconocieran su competencia a lo que se opusieron resueltamente. Ante esta actitud de desobediencia el obispo echó del convento a 40 monjas, excomulgó a muchas de ellas y encarceló a algunas prohibiendo bajo censuras severas que les suministrarán comestibles.

Como se enteró el obispo que los frailes de Santo Domingo de la capital las protegían, mando que aquellas monjas dejaran las constituciones y hábitos dominicanos, y privó a los frailes de predicar, confesar y hacer oficios divinos en la diócesis amenazando con excomunión a quienes de ellos se asistiese. Aquello produjo en la ciudad y la comarca la consiguiente perturbación, habiendo partidarios de unas y otras opiniones.

Intervino el papa Honorio IV, a cuyo conocimiento llegó el suceso, disponiendo que el arzobispo de Toledo hiciese información de lo acaecido y ordenó que el prelado don Suero compareciese personalmente en Roma en un plazo de cuatro meses. No llegó a realizarse la comparecencia porque don Suero falleció en Zamora en 1286 y fue enterrado en la Catedral.

El sucesor en el obispado, don Pedro y su cabildo obedecieron el mandato del rey, transigieron la discordia con las Dueñas haciendo un convenio en 1287 por el que permanecían subordinadas a los prelados de la orden de Santo Domingo.

(Este relato de las desavenencias entre el obispo don Suero y las religiosas Dueñas ha sido tomado de la Historia General Civil y Eclesiástica de la Provincia de Zamora, obra de Ursicino Álvarez Martínez, a la que me remito).