Cuando la tómbola "Hermanos Cachichi, premiando para todos" había vendido suficientes papeletas, aquel señor del micrófono que no dejaba de cascar y picar al personal cambiaba de tono, bajaba los decibelios y soltaba: "¡Atención los de los pueblos, sorteamos!". ¿Y por qué solo los de los pueblos?, ¿los de la capital no compran rifas?, me pregunté yo, a mis diez añitos, la primera vez que asistí a tamaño espectáculo. La duda me duró poco ya que el agraciado con "una muñeca hecha con los últimos adelantos y recién traída del extranjero" fue un señor de traje y corbata y, lógicamente, tenía que ser de capital, porque en mi pueblo los hombres solo se vestían así (los que podían, claro) el día de San Gregorio, en las bodas y en las visitas del señor obispo y del gobernador civil y jefe provincial del Movimiento.

"¡Atención los de los pueblos?!". Y te daban ganas de volver la cabeza y de alzar la mano, pero te contenías; por entonces no estaba bien visto ser de pueblo; éramos todos paletos que comenzábamos a desentonar en aquella España del desarrollismo y de la emigración a Alemania, Francia, Madrid, País Vasco, Cataluña y demás naciones oprimidas por el imperialismo castellano. De modo que, como bien retrata Miguel Delibes en su "Viejas historias de Castilla la Vieja", muchos se avergonzaban de ser de pueblo y, en cuanto podían, trataban de borrar de su cara, de su acento y de sus gestos y costumbres las huellas de la aldea. Yo de Lavapiés de toda la vida. Y quien dice de Lavapiés dice de Bilbao, o de Barcelona, o de la FASA de Valladolid. Adiós a los pueblos salvo para ir a las fiestas del santo patrón. Y así hemos seguido años y años hasta llegar a la situación actual: despoblación, envejecimiento, soledad? Pero, ja, esto va a cambiar, oiga. ¡¡¡Los pueblos han entrado en campaña!!! Y de qué manera.

De repente, parece que algunos partidos han descubierto que hablar y defender (al menos de boquilla) el mundo rural puede ser muy rentable electoralmente. Y ahí tienen al PP, que lleva gobernando aquí desde que Viriato era un zagal, organizando una movida rock titulada "Mi pueblo no se cierra" que más parece un chiste de humor negro que una apuesta seria por las pequeñas poblaciones. Ya veremos cuánto dura. Dudo mucho que pase del 20D, o sea que tiene una fecha de caducidad muy, muy parecida a las elecciones generales. Pero, hombre, ¿ahora se dan cuenta de que hay decenas y decenas de pueblos a punto de cerrarse?, ¿y qué han gobernado, y gobiernan, en ellos desde que los romanos construyeron el puente de Sogo? Y ¿cómo evitamos el cierre, poniendo guardas de seguridad para que nadie tranque la puerta y apague la luz?

Y ahí tienen a Podemos, cuyo líder vino a Villaralbo a decirnos que "no queremos un país sin las gentes de los pueblos". Son muy de agradecer tanto la frase como el detalle de abrir campaña aquí, en Zamora, y en el medio rural. Nos han puesto en el mapa y quizás miles de urbanitas se hayan enterado por las palabras de Pablo Iglesias de que todavía hay pueblos y gentes que viven en ellos, pero ¿no lo podían haber hecho unos meses antes? Estas cosas tienen mayor credibilidad y llegan más a los adentros del personal cuando están alejadas de la contienda electoral. Y, claro, una cosa son los gestos, loables, meritorios, y otra el contenido de los programas. Y ahí, en el de Podemos y en el de los demás, faltan medidas concretas y realistas para atajar la agonía del medio rural.

Y ahí tienen al PSOE que por un quítame allá ese matiz no firmó en las Cortes regionales un pacto contra la despoblación contenido en una moción de ¡Podemos y PP! y respaldado por la Junta. Tiene algo de razón el socialista Luis Tudanca cuando dice que está cansado de apoyar acuerdos y mesas inútiles contra la despoblación que solo han servido para hacerse fotos y acaparar titulares, pero rechazar ese pacto es dar munición a los rivales y volver la espalda, aunque solo sea teóricamente, al problema más grave de esta tierra. Podían haber firmado y, a la vez, advertir que denunciarían demoras, incumplimientos y otras maniobras. Ellos sabrán.

El caso es que, quién lo diría, los pueblos han entrado en campaña y, aunque solo sea en estos primeros escarceos, han adquirido protagonismo. Está de moda defender el medio rural y apostar por él, si bien en sus justos términos. Decir, como señaló Maíllo en Casaseca de las Chanas, que los pequeños municipios "están tirando de la recuperación económica" es pasarse tres pueblos a no ser que por recuperación económica entendamos las pensiones de los jubilados, principal ingreso en numerosas localidades.