El otrora portero del Real Madrid y hoy flamante guardameta del Oporto Íker Casillas ha sido condecorado por el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, con la Gran Cruz de la Real Orden del Mérito Deportivo, como reconocimiento a su brillante carrera de guardameta durante su mejor época en el Real Madrid y en la selección española. Esta condecoración se suma a los numerosos títulos que Casillas colecciona en su palmarés tras una intachable trayectoria deportiva. Pero no es de eso de lo que quiero hablar. En la entrega, el presidente del Gobierno destacó "el respeto, el compañerismo y la humildad" de Iker.

A Iker Casillas le sobra lo que a tantos nos falta: humildad. Lo ha demostrado fehacientemente. Y cuánto se agradece que las personas más brillantes y extraordinarias, las personas más importantes, los grandes hombres y mujeres sean, eso, humildes, personas sencillas, llanas, espontáneas e incluso sinceras. La humildad es una virtud. Ojalá fuera un adorno común a todos. Lamentablemente suelen confundir humildad con pobreza y son muchos los que huyen despavoridos de semejante "clasificación", cuando en realidad humildad es sinónimo de calidad personal.

Todo esto viene a cuento por las reflexiones que vía e-mail me ha hecho llegar un lector, cuyo nombre no me atrevo a reproducir porque tampoco le he pedido permiso para hacerlo. No se puede ejercer el bien, mirando a quién, publicitándolo más allá de lo debido y ahogándose de gusto en el envanecimiento propio de quienes lejos de dar lecciones de humildad prefieren caer en la soberbia. Aquí, o vienes de la pata del Cid, directamente o estás perdido. Nada digo si la pata es la de Vellido, y eso que ahora goza una consideración bien diferente a aquella de traidor, entonces acabas señalado con el índice acusador.

Hay a quienes le dan la presidencia de la comunidad de vecinos y directamente pierden el oremus. Es lo que tienen ciertos "títulos", nada le digo si encima le adornan con una gola y una capa a lo don Juan. Recuerdo una frase de Mahatma Gandhi que compendia a la perfección la simbiosis existente entre la grandeza y la humildad. Dice así: "Procura ser tan grande que todos quieran alcanzarte y tan humilde que todos quieran estar contigo". No debe ser tan difícil o puede que sí y por eso la humildad cotice a la baja hoy en día.

Nos falta humildad y nos sobra ego. Y el ego es muy puñetero. Me temo que no está nuestra sociedad, y es una pena, para que le digan, para que nos digamos que solo el corazón y la humildad nos hacen grandes personas, por encima del poder, de la belleza, de la fortaleza e incluso de la altura intelectual. Ahí dejo otra frase que alguien me ha hecho llegar y que quiero compartir con usted: "Humildad es aprender a vivir en la oscuridad de los ciegos con el lenguaje de los mudos y el silencio de los sordos". Tal aprendizaje debe ser muy difícil. Pero tiene que ser una gozada el resultado después de aplicarla a nuestra vida.