Acerca de la invasión de la metalurgia china, con la consiguiente caída de precios y el riesgo de ajustes y cierres en Europa, se habla poco de "dumping" laboral y se prefiere hablar del financiero (ayudas más o menos encubiertas de la República China). La razón es que el "dumping" laboral de China, y en general del Extremo Oriente, es el que permite competir a Occidente al proporcionarle las manufacturas de su comercio textil y los componentes industriales o tecnológicos de bajo coste, de paso que le ayuda a desarmar a los sindicatos y comprimir costes laborales en casa. Así de hipócrita anda el asunto. El comunismo chino sobreexplota a sus trabajadores, pues no hay patrón más duro que el comunista, y empresas y consumidores de Occidente se benefician de esa explotación desde hace décadas. Ahora, cuando truena sobre la metalurgia europea, puede ser ya tarde para acordarse de santa Bárbara.