La legislatura que ha finalizado será recordada por ser la más dolorosa desde la Constitución del 78: Crisis económica, corrupción política, recortes sociales, paro, inestabilidad en el empleo, deslealtad del nacionalismo burgués catalán con el resto de los españoles y por el clamor popular pidiendo un cambio profundo en las políticas tradicionales para hacer de España una nación más competitiva y solidaria.

La esperada sabia nueva, los planteamientos de reforma política presentados en las últimas campañas electorales y la corrección en las formas que todos esperábamos de la clase política que surgió tras las elecciones del pasado mes de mayo a nivel nacional no han llegado.

Observo con preocupación que nuestra ciudad tampoco se ha escapado a esa frustración de sentirse inicialmente ilusionada por el cambio que se produjo tras las pasadas elecciones municipales en el Consistorio benaventano y que ese cambio no esté respondiendo a las expectativas creadas.

Benavente tiene dos grandes enemigos que le impiden crecer: los de dentro y los de fuera. Un Partido Popular que no asume que en democracia se puede estar alejado de las decisiones de gobierno a pesar de ser la lista más votada y contribuir eficazmente desde la oposición al crecimiento y desarrollo de Benavente. Su papel, hasta la fecha, se ha limitado, cual estricto inspector, a denunciar a modo "te pillé" "vitales cuestiones que condicionan el día a día de los benaventanos", como la falta de hierba en los cuestos que impida el arrastre de tierras, el colocado de cableado en fachadas de edificios catalogados o la "ineptitud" de un gobierno municipal que permite quedarse sin luz en el Prado de las Pavas. El propio equipo de gobierno que contraataca a las "pilladas" del PP con otras "pilladas" como que lo de las Pavas es un "daño colateral" por descubrir que Iberdrola tenía trato de favor con el anterior equipo de gobierno o el descubrimiento de unas "cuentas secretas" de la comisión de fiestas, que explicadas por el señor Burón, como teniente alcalde, como concejal de Medio Ambiente, como jefe de IU o no sé en calidad de qué, no llegamos a entender el pecado en toda su plenitud.

Otro enemigo interno que tiene nuestra ciudad, y esto sí que me parece muy grave, es que en el cambio de poderes hay una gran descoordinación entre el equipo saliente, el que entra y los fijos del Consistorio. Porque estarán ustedes de acuerdo conmigo en que los problemas que he citado anteriormente, políticos sin muchas ideas los pueden utilizar como arma arrojadiza, pero entiendo que algunos de los fijos del Ayuntamiento con muchos años de experiencia en la cocina municipal algo tendrán que decir en todas estas cuestiones tan cotidianas.

Los enemigos externos, al que los malos políticos invocan para salvar su incompetencia, en nuestro caso son la Diputación Provincial y el gobierno autonómico, que si poco apoyaron al progreso de Benavente y comarca cuando eran amigos, ahora que son de signo contrario poco o nada podemos esperar de ellos.

El equipo de gobierno municipal y la oposición sufren el llamado "síndrome de Peter Pan" viviendo en un mundo imaginario en el que la falta de iniciativas importantes para Benavente y comarca la suplen con el falso orgullo de creer que hacen las cosas siempre bien, eludiendo sus responsabilidades y echando la culpa a los demás.

Siguiendo con esta vena psicológica que me acaba de entrar, me atrevo a crear otro síndrome en el que se ve atenazado el equipo de gobierno y no es otro que el de la "plaza vacía". Su proyecto estrella era vaciar de coches la Plaza Mayor de Benavente para el disfrute de los benaventanos; pero ahí terminó todo porque como hemos podido comprobar no se continuó con iniciativa alguna que invitase a los benaventanos a disfrutar de ese entorno recuperado a los coches y la plaza está vacía de coches y de contenido. Señores del equipo de gobierno ¿todos sus escasos proyectos seguirán teniendo este síndrome?