Murió anteayer en Valladolid, cuando le dijo su corazón: hasta aquí hemos llegado. Y se detuvo. Bernardo era uno de esos zamoranos que, afincado en Valladolid durante muchos años de su vida, nunca dejó de mirar, amando, a su tierra, ejerciendo de zamorano cabal y activo. Suyas, y repetidas hasta la saciedad por justas, fueron las reclamaciones a las instituciones de la Junta y del Ayuntamiento de Valladolid, para que en todas las señales o paneles de direcciones de las carreteras que salían de Pucela figurase el nombre de Zamora. Una cruzada que acabó ganando cuando el anterior alcalde, Javier León, por fin dio nombre de Zamora a una avenida de aquella ciudad. Al margen de este gesto que le costó años y años de esfuerzo personal, siempre era el primer heraldo de la navidad de Zamora repartiendo desde meses antes su ya popular Lotería del Humor que ha sido su principal tarjeta de presentación más de cuarenta años y le dio a conocer en todo el país como uno de los personajes que aportaban originalidad al tradicional sorteo y fecha. Con su esfuerzo personal y el apoyo de diversos establecimientos comerciales de Zamora, Bernardo catapultó a la fama esa peculiar forma de hacer de la lotería navideña un símbolo de reivindicación para Zamora en sus tantas y tantas necesidades y aspiraciones como ciudad y provincia. Siempre aparecía en las participaciones simbólicas que promocionaba y repartía gratuitamente, una crítica satírica pero graciosa del paso del año por su querida Zamora y denunciando a la vez las múltiples carencias que presentaba. Era tanta la popularidad de esa lotería del humor que se la reclamaban desde distintos puntos del país y desde numerosos hogares de Europa y América en los que viviera un zamorano. Era su bandera de felicitación anual pero también una forma singular de dejar oír la voz de Zamora en muchos otros lugares.

Suyos eran los marcapáginas y las postales que repartía en los últimos años con imágenes de la Semana Santa de la ciudad y de algunos de sus personajes más populares, editados también con el imprescindible apoyo de algunas firmas comerciales. Su presencia en estos últimos tiempos se hizo buena costumbre en los mercadillos de segunda mano que se popularizaron los domingos, primero en Olivares y después en otros barrios de la ciudad, y que le servían para colaborar también en su economía familiar.

Bernardo formaba parte desde sus inicios de la cuadrilla de amigos llamada Peña de El Cencerro que el día 17 de enero festeja a san Antonio Abad, patrono de los animales, saliendo a las calles de la ciudad ataviados con el blusón y vara que caracterizaron antaño a los tratantes de gano en los mercados al aire libre. El reparto de roscas, la dulzaina y el tamboril y el acompañamiento de un burro que Ángel, su hermano y animador principal del festejo, cuida como la niña de sus ojos el resto del año.

Bernardo Centeno Ramos se nos ha ido. Sin él, Zamora pierde a uno de esos personajes que no necesitó del manto púrpura de los cargos públicos para defender a Zamora con la perseverancia, ilusión y amor que él lo hizo y además desinteresadamente. Te echaremos de menos. Y en fechas tan significativas como el 22 de diciembre, el 17 de enero y Semana Santa, mucho más.