Sí, algo hay que hacer y de forma urgente para evitar que ese hombrecito al que en un artículo anterior comparé al Piyayo del poema aquel, siga ofreciendo el lamentable espectáculo de abandono y soledad que para vergüenza de todos, ofrece en el centro de la ciudad. La Policía Municipal de Zamora ha hecho todo y más por él, pero es necesaria la urgente implicación de unos servicios sociales humanizados, de la Fiscalía, del médico forense y de todos los que estén obligados a intervenir en este caso.

El hombrecito, "renegrío" de suciedad, de soledad y de abandono, se llama José, tiene 92 años, el pelo blanco y toda la desidia y la indiferencia de tantos sobre su persona. Vive con una ciudadana de otro país cuyo objetivo es cuidarle, mantenerle limpio, acompañarle e impedir que esa estampa lamentable alejada del costumbrismo local, se repita un día sí y otro también. El Piyayo zamorano cobra seiscientos euros de pensión que quien sea se gasta en lo que no debe, porque en quien debe, a la vista está, no invierte ni el euro y pico que costaría el frasco de un litro del peor gel, que le devolviera el color natural y le sacara la mugre que lleva encima.

El jueves dormitaba el hombrecito a la altura del edifico que en otro tiempo ocupó Radio Zamora, ante la mirada, vuelvo a repetir, indiferente de la mayoría no precisamente silenciosa que a las seis de la tarde pasaba por el lugar. Tan solo una señora que ni siquiera era de Zamora, trataba de ayudar al pobre hombre. Me acerqué para indagar, hasta que José Pérez Vaquero, un hombre extraordinario, solidario y generoso, que viste y honra el uniforme de la Policía Municipal, me puso en antecedentes. Hay que ayudar de forma urgente a esta persona y si esa ayuda, para empezar consiste en declararlo incapacitado para que reciba la atención que merece, por favor, que se haga de una puñetera vez. Pero que se evite la indigna situación por la que pasa este zamorano y se investigue en su entorno, a ver por qué no recibe la asistencia que requiere, el cuidado y la atención que alguien, quien sea, le resta en su día a día.

Por favor, que quien pueda haga algo para evitar que los últimos años de este hombrecito sean tan crueles. No paso la bola a otros sin haber tratado de hacer algo, hasta donde puedo y llego. Gracias al cable de Antonio Plaza y de Antidio Fagúndez, se puede estar cerca de la solución, si no la definitiva, sí una solución intermedia hasta que quien debe y puede actúe en consecuencia. Algo cojea en los servicios sociales de Zamora. Algo no se está haciendo bien cuando se producen situaciones como la que cuento que dicen muy poco de nuestra sociedad. Aquí no vale con lavarse las manos, aquí hay que actuar y de forma urgente, como tantas veces ha hecho la Policía Municipal que también tiene sus límites pero cuyo cuerpo está formado por gente maravillosa a quienes también respeto y quiero a partes iguales.

A ver si la autoridad competente hace lo que debe y se retira a este hombrecito de la calle, del suelo que el otro día le servía de cama para sestear y se le devuelve la dignidad perdida. Hagamos todos un esfuerzo. ¡Por favor!