Estos jinetes del PP son cuatro, Martínez Maíllo, Javier Maroto, Pablo Casado y Andrea Levy. Así lo decidió Mariano Rajoy al nombrarles vicesecretarios, portavoces, voceros peperos, para dotar de más presencia en la sociedad al partido popular, y de paso a él su presidente, de cara a las elecciones generales de diciembre.

Por cierto, el jefe de estos jinetes rajonianos es Jorge Moragas, el actual asesor electoral del PP, que es el político que más se embolsa en España, con un sueldo anual bruto de 222.431,85 euros, o más. En realidad cobra cuatro salarios: uno, como director general del Gabinete del presidente del Gobierno; otro como diputado por Barcelona, y los otros, en concepto de gastos de representación y compensación por residencia en Madrid, y ahora las dietas por ser el jefe de la campaña electoral del PP.

La presencia, la omnipresencia, de estos cuatro vicesecretarios en todos los medios de comunicación es ya excesiva y cansina. Aparecen para hablar, por ejemplo, del escaso empleo indefinido de nuestros jóvenes, y acaban, sin tocar apenas el tema, criticando los pactos municipales entre PSOE y Podemos, tachándoles de chavistas y rojos malos, malísimos. Siempre, pregunten lo que pregunten los periodistas y tertulianos, estos jinetes peperos se lanzan a la yugular de Podemos y de paso a la del PSOE, que le acusan de que ya no está en la centralidad, sino que se ha escorado hacia la izquierda más radical. Siempre la misma cantinela, pues lo tienen por norma.

Parece que esta pose de un Mariano más cercano es de cara a la galería, es una falsa foto, porque se le ve el plumero de porte seco, con apenas una leve sonrisa de expresión bobalicona. A Rajoy, miedoso por el batacazo electoral de mayo y los malos augurios de los próximos comicios de diciembre, le falta sintonía popular, y se le ve muy forzado, en esos selfies que se hace, que están faltos de gracia y sin frescura. Ya al final de la legislatura quiere cambiar: pasea por las calles, reparte besos sosos, toma cañas con parroquianos figurantes, intenta bromas con los niños. Ahora parece que le gustan los micrófonos, pero de tanto discursear mete la pata; se repite demasiado; no tiene muchos recursos emocionales creíbles, o sea tiene muy poca empatía con la ciudadanía?

Tienen órdenes tajantes -estos voceros peperos- de insistir hasta la extenuación en el sermón clásico de Rajoy sobre la recuperación económica y el crecimiento español. Cacarean cansinamente, que ya huele, lo bueno que es el PP, con Rajoy como presidente del Gobierno, porque nos ha salvado de las garras de los radicales y de la ruina económica. E invocan, como su presidente, la estrategia del miedo: sin Rajoy, sin el PP, España será un caos.

De los cuatro, destacan Pablito Casado y Andrea Levy, por su bravura dialéctica, muy polémicos, y porque están muy activos últimamente. Martínez Maíllo solo funciona a medio gas, mediatizado por la imputación que le hace una juez de León que investiga irregularidades en créditos de Caja España cuando él era consejero. Y a Javier Maroto le han recetado un descanso obligado, después de sus airadas declaraciones y exabruptos en torno a Bárcenas, a Podemos, y por sus meteduras de pata sobre los presupuestos generales. Pero en las tertulias televisivas y en las redes sociales no paran de aparecer continuamente los cuatro más algunos cachorros de Nuevas Generaciones. Aunque estando ya por ahí el ínclito Marhuenda -director periodista nada razonable- no necesita el PP paladines peperos para defenderle del rojerío nacional e internacional.

Estos cuatro jinetes de Rajoy mienten por sistema para ganar adeptos a la causa del PP; pero de tanto contar mentiras y falsas promesas, se les va la pinza de la verdad y de la realidad social española.

Eso sí, están muy calladitos cuando se les pregunta por el nepotismo y favoritismo del Tribunal de Cuentas nacional y de los autonómicos. Lo mismo hacen, mirar para otro lado, cuando se insinúa la amistad y los pactos de Rato con Fernández Díaz. Practican el disimulo, el silencio más hipócrita, cuando se les indica el carácter descaradamente electoralista y la falsedad y utopía de los datos de los presupuestos generales para el 2016. Tienen un temor atroz -pánico más bien- a perder las elecciones generales y a que se descubran más "pasteles" de corrupción pepera institucional. Por eso, Rajoy y sus jinetes, con Guindos de ayudante de ceremonias, lanzan andanadas desesperadas contra el posible pacto electoral entre el PSOE y Podemos. Aunque, si el PSOE se escora a la extrema izquierda, como pregonan los populares, será mejor para ellos, pues le dejan libre el centro con más de un millón y medio de posibles votantes.

Los cuatro jinetes peperos cabalgan sobre los platós de televisión, sobre las páginas de la prensa, sobre las redes sociales y medios digitales, augurando el apocalipsis rajoniano, esa bandera del miedo, la catástrofe de dimensiones bíblicas que nos amenazan si no les votamos. ¿No será al revés, que caerá sobre nuestras cabezas y bolsillos el apocalíptico mandato de Mariano Rajoy, si votamos en las urnas al Partido Popular?

Ángel Lozano Heras (Profesor y escritor)