Bueno, pues se acabó lo que se daba, lo que se pagaba, que serán, finalmente, los 4,2 millones que ha tenido que desembolsar por sentencia condenatoria el Ayuntamiento de Zamora: indemnización y pago de abogados, costas judiciales e intereses a la empresa con la que en 2006 se firmó un acuerdo para la construcción de un edificio de servicios municipales que más tarde el posterior equipo de gobierno local, también del PP, hubo de rechazar ante los tribunales debido al sobredimensionado costo de la operación, inasumible por entero. Por una vez, el Consistorio zamorano ganó la reclamación y la operación quedó anulada pero teniendo que pagar 3,5 millones como daños y perjuicios, más los gastos. Una indemnización excesiva, exagerada, que dejó temblando la tesorería, por más que haber construido aquel edificio en alquiler con compra a los 25 años hubiese supuesto no menos de 50 millones de euros.

El Ayuntamiento tenía recurrida esta sentencia, tan lesiva para sus intereses, ante el Tribunal Constitucional, algo que no se entendía muy bien, pero que había que hacer aunque no hubiese casi ninguna base para la esperanza. Hasta que ahora ha llegado la notificación del cierre definitivo del asunto, que el alto tribunal no ha considerado estudiar y que pone fin a un largo culebrón de 11 años y más de cuatro millones de euros perdidos que a la postre pagarán los de siempre, los vecinos de la capital, con sus impuestos. Fue una flagrante muestra de incompetencia en la gestión, de la alegría irresponsable con que se gasta o se pretende gastar el dinero público, y que ha tenido caras consecuencias y las seguirá teniendo pues ello limitará, posiblemente, proyectos que hay que atender de cara a las necesidades y precariedades de la ciudad, dada la obligada limitación de los presupuestos.

La noticia ha sentado muy mal en la calle, y ha sido motivo de indignación, pero el PP, ahora en la oposición municipal, niega error alguno en la operación, que asegura que fue una opción legítima, se supone que tanto la firma del contrato como su posterior ruptura. Y el alcalde de entonces, Vázquez, que lleva ocho años como parlamentario nacional, primero afirma que no quiere entrar en polémicas y luego anuncia que dará su versión del caso. A buenas horas, después de pagado el dineral y cuando ya la cosa, una herencia de ruina, no tiene remedio. En fin, se entiende el derrumbe del PP en Zamora.

A Guarido no le va a quedar otra que pedir ayuda a la Junta, o demás instituciones, para sacar adelante la ciudad, algo en lo que, de modo realista, es muy difícil ser optimista, dado que la Alcaldía de la capital, por voluntad de una mayoría de zamoranos, no la detenta el PP, sino IU. Bien reciente está la negativa del ministerio de Fomento a subvencionar las restauraciones del Mercado de Abastos y del Puente de Piedra. Pero por pedir que no quede. Con solo la mitad de esos 4,2 millones tan lastimosamente perdidos se podría haber construido el ansiado Museo de Semana Santa. Que no es solo un afán de los semanasanteros sino un proyecto de hondo calado de cara al turismo, y de mucho mayor empuje y relieve que los tópicos recursos manejados habitualmente por los políticos locales.