Si alguien esperaba -y eran muchos los que lo esperaban- que los cambios producidos tras las elecciones de mayo en ayuntamientos y gobiernos regionales trajesen nuevos aires y nuevos modos a la política, tiene que haberse sentido defraudado del todo, o casi, porque parece que en malas artes, los nuevos partidos, los de los pactos, los que ondean como bandera la regeneración democrática y todo eso, se han apuntado enseguida a lo que ya cultivan desde siempre los del bipartidismo: PP y PSOE.

Lo que se ha dado en llamar la cuota familiar ha sido la primera muestra desvergonzada de que una cosa es predicar y otra dar trigo, pues tanto el supuestamente renovado PSOE como los detractores de la casta se han dado prisa en apurar privilegios y en meter a los suyos en la vasta red de la administración a dedo y en el puesto que sea. La alcaldesa de Madrid, por el lado de Podemos, ha dado no uno sino dos cargos de confianza importantes a su sobrino político. Una alcaldesa socialista de nueva hornada ha hecho auxiliar administrativo de su ayuntamiento al marido pero asegura que eso no es enchufismo. Los nuevos cargos de la Junta de Andalucía se han apresurado a dar puestos de trabajo a hijos, cónyuges, cuñados y demás parientes habituales. Y así un montón de casos que se van sabiendo, o no, porque en este asunto pasa lo mismo que con la corrupción y es más lo que está oculto que lo que llega a saberse. Aparte de los sueldos, que algunos ya se han subido a su antojo. Hay un pueblo sevillano de 12.000 habitantes cuyo regidor se ha puesto a sí mismo un salario mayor que el de la alcaldesa de Madrid. Una excepción, y desde luego pocas más debe haber, es Zamora cuyo alcalde se rebajó el sueldo a la mitad.

O sea, que tampoco cabe hacerse muchas ilusiones respecto al cambio total, si es que llega a producirse. (Ahora, Ciudadanos ha hecho temblar al PP al anunciar que para apoyar la investidura de los populares exigirá el relevo de Rajoy). Debe ser, esto de la cuota familiar, de colocar cada cual a los suyos como mejor pueda, algo igualmente derivado de la propia condición humana, como la corrupción. La familia que reza unida del nacionalcatolicismo ha sido sustituida con la partitocracia por la familia que vota unida permanece unida. A la vez, los enchufados nombran otros enchufados dentro de su clan, y así se va tejiendo la "nomenklatura", la red clientelista y cautiva al servicio del partido. En el PP y en el PSOE, buenos maestros han tenido y siguen teniendo.

Las administraciones, todas, las instituciones, todas, los organismos y entes, todos, dependientes del poder, central, autonómico o local, están llenos de quienes en un momento y otro ampliaron las nóminas públicas gracias al dedo protector familiar. Todos conocemos ejemplos. Los favorecidos alegan que están en su derecho de tener un empleo, aunque sean hijos o sobrinos o parejas, o lo que sean, de un político. Los desfavorecidos replican que es corrupción e injusticia. Los partidos miman mantener estos nichos de colocación, las diputaciones es el ejemplo más rotundo, con los que pagar los servicios prestados o buscar un porvenir a los suyos. Qué no se hará por la familia?