Celebré mi cumpleaños conociendo el acontecimiento importante que ocurría en Zamora el día en que nací. Leyendo el periódico El Heraldo de Zamora de aquella fecha: 3 de agosto de 1930, me encontré con que, por aquellos días, comenzaba a desmontarse, piedra a piedra, la iglesia de San Pedro de la Nave porque había que trasladarla del lugar que sería inundado por las aguas del embalse del Esla.

Informaba el periódico que el Ministerio de Instrucción Pública había visitado días antes el templo acompañado del historiador y arqueólogo Manuel Gómez Moreno, autor de numerosos catálogos monumentales, entre ellos el de la provincia de Zamora, quien había confirmado y probado que se trataba de un templo visigótico del siglo VII de un gran valor histórico y artístico. Siendo inevitable su traslado por la importancia social del embalse, la empresa Saltos del Duero se comprometía a desmontar la iglesia y trasladarla al lugar que se designase.

El Heraldo de Zamora abrió una encuesta para preguntar a la opinión pública a dónde debía trasladarse la iglesia de San Pedro de la Nave. En aquella fecha de mi nacimiento se publicaron opiniones para todos los gustos: muchos pedían que se trajese la iglesia de San Pedro de la Nave a la capital, señalando lugares próximos a la Catedral como nuevo emplazamiento, otros sugerían en el bosque de Valorio, otros junto a la Cruz del Rey Don Sancho. La encuesta duró las dos primeras semanas de aquel mes de agosto de 1930.

El resultado fue que, durante los años de 1930 a 1932 se realizó el traslado de esta joya de la arquitectura visigótica y fue reconstruida en El Campillo, un pueblo a 22 kilómetros de la capital con dirección hacia Alcañices. Allí visité la iglesia de San Pedro de la Nave hace más de cuarenta años y, sobre la fotografías que tomé entonces, realicé un dibujo a lápiz del que me siento bastante satisfecho como simple aficionado que soy.