Guardo amorosamente en un rincón de mi alma el entorno transfronterizo de la sierra de la Culebra, en especial el triángulo comprendido por el parque de Montesinho y los pueblos de Santa Cruz de los Cuérragos, Riomanzanas de Aliste y la ribera del río Manzanas (solo con escribir sus nombres me produce una sensación escatológica de paz y fe). Empero, como lo cortés no quita lo valiente, felicito a la comisión por la biodiversidad de Zamora por el éxito en la aprobación por la Unesco del proyecto Meseta Ibérica a este pedazo de tierra que tanto amo.

El trabajo que espera para la recuperación de estos idílicos parajes, que sufrieron la despoblación y la emigración de sus gentes en los años, cincuenta y sesenta a la diáspora de las grades ciudades industrializadas de nuestros país, es arduo y duro. Estos parajes se encuentran totalmente despoblados, sin infraestructuras para poder realizar una vida confortable en los tiempos que corren. La limpieza de sus ríos y arroyos, el desbroce de bosques, las nuevas plantaciones de árboles autóctonos (nogales, castaños, encinas?), la recuperación de su fauna; y, sobre todo, recuperar el factor humano, sujeto activo de estas tierras, es tarea difícil, a desarrollar en el tiempo, para que estos parajes de ensueño vuelvan a tener las alegría y vida que tuvieron antaño.

Juan María Muradas (Zamora)