Que sí, que en España hay muchos pobres, que yo mismo he escrito varias veces sobre el modo en que la pobreza te hace perder presencia hasta convertirte en invisible. Sé todo eso y conozco también los datos sobre la desigualdad, pero resulta que ya tengo cierta edad y sé también cómo se elaboran las estadísticas, con lo que al leer ciertas cosas se me aguzan las orejas como a un perro pastor, atento a cualquier susurro sospechoso.

Y la liebre saltó cuando leí que una cuarta parte de los españoles está viviendo con menos de ocho mil euros al año. Será verdad, no lo dudo, y es poco. ¿Pero cómo se calcula?

La respuesta es larga y complicada, pero hay algo que me gustaría reseñar: cuando la gente se casaba antes de formar una familia, las cosas estaban claras. Ahora, al haber muchas, cada vez más, parejas que conviven sin haberse casado, resulta que todo cambia a efectos estadísticos.

Un matrimonio en el que trabaja uno, gana 30.000 euros y el otro se ocupa de la casa, es un hogar con 15.000 euros por persona. Una pareja que no se ha casado, en la que trabaja uno, gana 30.000 euros y el otro se ocupa de la casa, es un ciudadano de clase media alta y un pobre de solemnidad a efectos estadísticos. De hecho, la persona que se ocupa de la casa puede empadronarse en casa de su abuela y pedir una subvención y la ayuda familiar, como todos sabemos. Y si hay suerte y le declaran dependiente a la abuela, una paga por cuidar de la abuela (que está más sola que una ostra, la pobre)

Y no me estoy centrando en el fraude. En absoluto. Me estoy centrando, simplemente, en la cantidad de gente que por sus propias razones no ha tomado el antiguo camino habitual y ha organizado su vida de otro modo. A esa gente no ha aprendido todavía a digerirla la estadística. Y así salen los datos que salen; dignos de una pesadilla de fabada, de cocido, o de Gobierno. Tanto da.