El obispo don Gregorio, en la pasada fiesta de San Juan de Ávila, patrono del clero español, y en la Eucaristía concelebrada en la iglesia de San Andrés, nos pedía a sacerdotes y fieles leyéramos con atención la Instrucción Pastoral de la Conferencia Episcopal Española "Iglesia, servidora de los pobres". Está fechada en Ávila el pasado 24 de abril. Un documento por lo mismo todavía calentito, apenas un mes de vida, cocinado en el fogón de aquella incansable Teresa de Jesús, reformadora. Todo en el presente año lleva el sabor, el gusto de la santa de Ávila, el sello y el cuño de esas murallas que alumbraron su vida.

Para conocer un documento, incluso sin haber llegado a leerlo en toda su amplitud, basta con acercarse a su introducción y a la conclusión. Habla en su introducción (n.os 1 y 2) del sufrimiento de "muchos" en los últimos tiempos, sufrimiento que se manifiesta en lo económico, sí, pero también en lo moral, social y político. Dice "muchos" sin otra especificación, un indeterminado al que fuerza es ponerle rostro y señas de identidad. Se reconoce, agradece y valora la generosidad en las familias y en las instituciones. Hay datos esperanzadores de futuro en el momento actual, pero los indicadores macroeconómicos seguirán doliendo mientras no se traduzcan en mejoras generalizadas. La mirada de los obispos, ya en la conclusión (n.os 56/59), no gira en torno a lo político, ni responde a las reivindicaciones sociales; la suya es una mirada de fe como la de Cristo Jesús cuando se acercaba a los pobres, invoca la "revolución de la ternura" de la que habla el papa Francisco.

Los obispos, como es normal, miran primero a la propia casa, al interno de la Iglesia, y agradecen el esfuerzo generoso de sus instituciones (Cáritas, Manos Unidas, Institutos de Vida Consagrada, fieles?). La mirada se vuelve y proyecta después al exterior, a los gobernantes y a los poderes financieros y les pide "levanten la mirada, amplíen sus perspectivas y procuren un trabajo digno, educación y cuidado de la salud para todos los ciudadanos" (n.º 58). Recogiendo el dicho del papa Francisco de que "el tiempo es superior al espacio" nos dicen los obispos que "no nos quedemos en lo inmediato, en los limitados espacios sociales en que nos movemos" y alientan a "dar prioridad a los procesos que abren horizontes nuevos y a promover acciones significativas, que hagan patente la presencia del Reino de Dios". En el fragor político del momento, elecciones al canto, bueno será leer con atención lo que se nos ofrece desde cada una de las instancias y programas políticos. Están en el buzón. Por supuesto que "decidimos nosotros".