Va y resulta que la candidata Cospedal quiere repetir como presidenta de la Comunidad de Castilla la Mancha, y no se le ocurre nada mejor que iniciar un rosario de visitas a las Vírgenes de esa región española. Y a todas les va pidiendo ganar las elecciones, como si la Virgen no tuviera otra cosa que hacer que dar credibilidad o no a un determinado partido político, o a una persona concreta, ya haya despilfarrado o no el erario público o haya o no engañado a los fieles contribuyentes, incluidos los que asisten los domingos a "misa de doce".

Si revisan ustedes la hemeroteca de estos últimos días podrán comprobar la desmesura de la señora Cospedal pidiendo ayuda a la virgen de la Caridad de Illescas, porque según ella esta virgen ayuda al PP. Claro que no le tiene nada que envidiar el alcalde de esa misma localidad cuando, al hilo de la visita de su líder, utilizó el singular ingrediente de ensalzar el "milagro que ha hecho Cospedal en la región".

La candidata Cospedal también ha visitado a la Virgen de la Salud en Sigüenza, y a la de la Muela en Corral de Almaguer, y a la del Valle en Toledo. Por no echar alguna a faltar no ha dejado tranquila ni a la Virgen del Carmen en Alovera. En esa vorágine electoral parece haberse olvidado que, aunque con distintos nombres o advocaciones, siempre se trata de la misma Virgen, y que por mucho que insista en dejarle recados por todas partes la cosa no "va a colar"; es más, va a terminar por aburrirla, y a lo peor hace caso a otros candidatos menos pesados que ella.

Claro que en nuestra historia existen portentosos antecedentes al respecto, prueba de ello es lo recogido en aquella copla que rezaba "la Virgen del Pilar dice que no quiere ser francesa, que quiere ser capitana de la tropa aragonesa", sin que se haya llegado a saber, ni haya llegado a encontrarse documento ni hallazgo alguno que pudiera acreditarlo; entre otras cosas porque, utilizando el mismo razonamiento, la Virgen de Notre Dame de París habría dicho lo contrario, que quería ser capitana de la tropa francesa, y llegados a ese extremo a saberse cómo se habría resuelto el dilema.

De manera que es difícil entender cómo aún puedan existir personas que traten de mezclar la religión con la política, o intenten utilizar las creencias de los fieles para acercar el gato al agua de sus intereses. La verdad es que uno no puede llegar a imaginarse que la Virgen de la Soledad se pusiera de parte de la candidata San Damián, o que Nuestra Madre de las Angustias ayudara al candidato Gómez, o la virgen de la Concha a Guarido, o la del Yermo a Mateos, o la del Tránsito a los chicos de Ciudadanos, o María Auxiliadora a los de Podemos, o Ganemos, o como hayan decidido llamarse en Zamora. No veo a Carreño, por muy regionalista que este sea involucrando a las vírgenes y a los santos en un show de este tipo con ditirambo incluido. No me imagino ver en nuestra ciudad a las señoras candidatas adornadas de mantilla y peineta, haciendo proselitismo por Santa Clara, ni a los señores candidatos con el frac y el incensario, haciendo lo propio por San Torcuato, con tal de arañar unos cuantos votos.