Resulta reconfortante cuando leer las noticias de encuentros y colaboraciones organizadas por escuelas de uno y otro lado de la Raya. Al fin se ponen en marcha iniciativas que, hasta ahora, no se realizaban por desidia, cuando resulta que es en la escuela donde se aprende la trascendencia de cuestiones como esta. Resulta un gran acierto utilizar el aula como escenario, con lo cual el sentimiento de concordia y la cercanía festiva se convierte en el vehículo ideal, reforzando el sentido de unidad y avance en momentos de globalización.

Durante muchos años el recuerdo y la célebre cita del 12 de septiembre de 1297 han sido manejados como fecha simple y llana. Faltaba esa labor de comenzar desde la escuela esa sementera rica y fecunda que, llegada la hora de la siembra, se transforma en la recogida de frutos. Así ocurrirá cuando, esos niños crezcan en plenitud y aprendan y valoren poniendo en práctica el escenario aprendido de su niñez. Sembrar en la escuela es asegurar una buena cosecha en el futuro.

Si esta hermosa labor puesta en práctica ahora se hubiese iniciado hace simplemente hace algunas décadas, esta hermandad estaría consolidada, dando una vez más otra lección de las muchas y variadas que la península ibérica ha dado. La hermandad iniciada debe constituir una bella lección histórica y marcar un antes y después de las relaciones con la Raya. Enhorabuena y a seguir.