Contaba yo el otro día que la mayor operación de falsificación de moneda de todos los tiempos fue la operación Bernhard, promovida inicialmente por el jefe de Seguridad del III Reich, Reinhard Heydrich, y ejecutada posteriormente por un oficial de las SS, Bernhard Krüger, que dio nombre a la operación.

No es momento de ponernos a contar aquí esta rocambolesca y fascinante historia, pero baste con decir que al final estos dos pájaros consiguieron colocarle al gobierno británico el equivalente a lo que hoy sería un billón y medio de euros. Un buen pellizco?

Los ingleses, que nunca consiguieron distinguir los billetes fabricados por los nazis de los auténticos, optaron por dar por buena la falsificación e ir retirando el dinero de la circulación poco a poco, lo que supuso que los ciudadanos británicos acabaron pagando la broma de su bolsillo, una broma que ayudó, y bastante, a que los ingleses no volviesen a levantar cabeza al nivel de los viejos tiempos.

Hasta aquí la parte histórica, pero lo interesante del asunto, de lo que podemos sacar una enseñanza práctica para la situación actual, es otra cosa:

La idea inicial de Heydrich era bombardear literalmente Inglaterra con dinero falso, de manera que el país entero amaneciese lleno de billetes y su economía implosionase. Sin embargo, Heydrich leyó en algún momento la teoría de Cantillón y decidió no hacerlo.

Cantillón fue un economista irlandés neoclásico eclipsado por Adam Smith. En su teoría sobre la moneda falsa decía que no solo la moneda mala sustituye a la buena, sino que lo hace de un modo determinado, enriqueciendo más a los que la obtienen en primer lugar y mucho menos a los últimos que la consiguen.

La explicación de esto es sencilla: como la moneda falsa genera inflación, al repartir la misma riqueza entre más billetes, los primeros que la consiguen pueden disfrutar de su valor original, y los últimos ya solo pueden disfrutar de su valor devaluado.

Esta es la razón por la que Heydrich dejó escrito que el dinero no se arrojase sobre Inglaterra, sino que se repartiese entre los agentes alemanes y los ingleses pronazis, de modo que hiciese el mismo daño, pero beneficiando a los suyos, que podrían comprar propiedades y cuanto fuese necesario al valor de la libra "sana" mientras los demás se comían los perjuicios de la moneda recién creada.

¿Y eso a dónde nos lleva?

A que esa es la razón por la que el Banco Central Europeo entrega el dinero recién creado en primer lugar a los bancos en vez de realizar las inyecciones monetarias directamente a empresas o ciudadanos. La devaluación llegará, pero no para ellos, sino para nosotros.

¿Lo pillan ahora?

No es casual: lo hacen completamente aposta.