El último anuncio de una conocida marca de refrescos nos presenta un "mundo feliz" donde "to er mundo es güeno". Familias perfectas, con casas y niños perfectos donde "la felicidad es siempre la respuesta". Lejos queda lo de "sensación de vivir" y "la chispa de la vida", cambiados ahora por pura ideología al servicio del consumismo. No importa la familia, sea cual sea, sino convertir "agua con polvos" en dinero. Para ganarse al consumidor presenta lo políticamente correcto y manipula sin argumentos. La mentira no está en las familias que ofrece, sino las que no muestra. Así oculta la verdadera realidad: esas "nuevas" familias son gotas de agua en un océano de familias de toda la vida donde la mayoría se ha criado, las más cotidianas, y que, pese a toda la morralla ideológica de leyes de género y "educación" sexual, siguen siendo (para pesar de unos) la inmensa mayoría.

En cuanto a los niños, todos creen que sus padres son los mejores, y, ante la pregunta: ¿Nos elegirías?, responden de igual modo: Sí. Todos conocemos padres horribles a los que, sin embargo, sus hijos adoran e idolatran.

La calidad de la familia no se mide en sentimientos de felicidad (a saber qué entienden por felicidad), como si fuera respuesta a todos los problemas. Eso es barato sentimentalismo que se ofrece cuando hay una falta de razones que convenzan. La felicidad no es suficiente para criar niños. ¿O las familias infelices por estar viviendo una desgracia son peores que las felices?

No defendemos aquí que mujeres entradas en años, homosexuales, amos de casa o padres adoptivos, no quieran, no cuiden o no se desvivan por sus hijos. Simplemente que "madre no hay más que una" y que el modelo perfecto, completo y que más beneficios personales y sociales aporta es la familia basada en la complementariedad sexual hombre-mujer con hijos naturales. Idea que, además de ser de cajón, es de religión, pues el matrimonio es creación de Dios, tal y como este miércoles decía Francisco en una llamada de atención sobre los peligros de la ideología de género.

Si el anuncio defendiera la familia natural, todos los telediarios hablarían de los "retrogradodiscriminofacha-ultracatolicorrancios", archienemigos de la democracia y el progreso. Y Elton John llamaría al boicot contra la marca (como ya hizo con la pareja homosexual Dolce & Gabbana por opinar contra la ideología gay, la procreación artificial y los vientres de alquiler).

Ahora que la ideología se vende en botella, habrá que plantearse seguir bebiendo ese lodo negro que, además de corroer las entrañas, quizá nos corroa el cerebro y el corazón. Pero la ciudadanía tragará hasta reventar.