Hace unos pocos años, en una feria del turismo, saltó a televisión la payasada del sector, como suele ocurrir en las ferias de arte. Era un robot de hotel de fabricación española y aspecto androide que no llegaba a maletero con conversación y estaba a una galaxia de C3PO en gracia y diseño pero sugería que se estaba pensando en buscar máquinas que hicieran de personas también en el turismo, un sector que emplea mucho. Es el asco del español a contratar, que se nota en nuestro paro endémico y en nuestra creciente precariedad. ¿Trabaja poco el español? Al contrario, trabaja mucho, según todos los indicadores. Tanto trabaja que parte del paro se debe a la forma en que es explotado para que equivalga a trabajador y medio, cuando no a dos. El español descansa a tiempo parcial.

"¿Vives o trabajas? podría ser la frase para empezar una conversación entre dos jóvenes sabaderos... en la hipótesis de que trabajara alguno. En España, el trabajo y la vida son disyuntivos: o vives o trabajas. Mira los contratos a tiempo parcial. En el norte de Europa ayudan a conciliar la vida laboral y la familiar porque mantienen a quien cría o cuida dentro del mercado laboral y permiten a la economía familiar superar el fin de mes. Allí es un tipo de trabajo que se busca y aquí es todo el empleo que muchas personas encuentran. En el Norte los trabajadores llegan a él cuando quieren menos; aquí, cuando no pueden llegar a más. En Holanda y Bélgica los que trabajan a tiempo parcial contra su voluntad son menos del 10%. En España, Italia y Grecia, entre el 60% y el 70%.

Aquí, el empleo a tiempo parcial no da para vivir porque las personas lo son todo el tiempo: no tienen medio hijo o dos medios hijos ni necesidad de comer y dar de comer a dieta parcial -un desayuno y a correr- ni pagan medio alquiler por ser inquilinos a tiempo parcial. Se trabaja para vivir y si un empleo no da para ello, por principio, ni es trabajo ni es vida.