No se trata de oposiciones, sino de elecciones. No hay temarios que aprender, sino votos a recoger. El sueldo varía de ayuntamiento en ayuntamiento, pero algo siempre cae. En algunos hasta mucho. Pero eso no se dice. El Gobierno de la nación prometió que lo iba a regular, pero no lo ha hecho, para que se sepa y se recibiera una remuneración en función del trabajo realizado. Tampoco hay que pedir que trabajen gratis, por nada y encima reciban pocas muestras de gratitud y sí múltiples descalificaciones. Los héroes no tienen por qué ser candidatos y además elegidos.

Llegan, se aproximan, tiempos en los que nuestra responsabilidad se pone a prueba. Es fácil opinar, criticar, hablar. Difícil, sin embargo, tomar decisiones y además vinculantes, importantes y para mucho tiempo. A veces decimos que votamos pocas veces y aún así nos sentimos inseguros por varias causas. Unas porque no nos preparamos y otras porque no nos dejan preparar. Claridad de ideas es importante a la hora de elegir. Siempre cuando elegimos hacemos preferencias. La cuestión es identificar bien en función de por qué preferimos unos sobre otros.

El Artículo 140 de la Constitución establece: La Constitución garantiza la plena autonomía de los municipios. Estos gozarán de personalidad jurídica plena. Su gobierno y administración corresponde a sus respectivos ayuntamientos integrados por los alcaldes y concejales. Los concejales serán elegidos por los vecinos del municipio mediante sufragio universal libre, directo y secreto en la forma establecida por la ley. Los alcaldes serán elegidos por los concejales o por los vecinos. Las elecciones municipales son a mí entender las más sencillas y en las que mejor podemos tener un papel activo en el acierto o error. En ellas la influencia de la propaganda o la presión de los partidos podemos reducirla a cero y ser nosotros, con nuestro buen criterio, los protagonistas de la elección. Toda Zamora, incluida capital, Benavente y Toro puede conocer a quienes nos proponen o se proponen. Puede informarse. Normalmente las elecciones casi siempre salen bien. Salen los mejores, los preferidos, los que deben salir. Las listas electorales de candidatos para concejales y alcalde tapado como no hace mucho declaraba el actual alcalde de Carbellino se hacen en un pis pas, en un abrir y cerrar de ojos, en un rato. Y las votaciones llegado el caso terminan pronto. Los hechos están a la vista. En realidad podrían ir todos por independientes, pues los nombres y apellidos de los que se presentan dicen más que la sigla de partido que les acompaña. Más que partido se votan personas. Y por eso no es de recibo que los aparatos de los partidos aturdan a los votantes, haciéndoles pensar que es bueno votar en concordancia para que en otros niveles haya el mismo color. Los alcaldes y sus corporaciones está demostrado en su mayoría que miran por sus pueblos y sus gentes y aun cuando tengan a nivel de autonomía o de reino gobiernos de otro signo, ellos se las arreglan para administrar bien los ayuntamientos y buscar dineros y apaños donde estén. Un peligro sí corren y es el de las familias o grupos de amigotes, que se unan para votar al pariente o al amigo, no por capacidad, mérito y valía, sino por aquello de ser familiar. Y entonces tenemos corporaciones presididas no por los mejores sino por los que más familiares tienen. Y como los votantes no son muchos, lo del voto secreto queda un tanto menguado pues siendo un poco avispado se puede saber quién votó a quién y eso vicia el voto. Algo habría que hacer para mantener el voto más secreto. Aunque también es verdad que cuando se procede con honradez y lealtad no habría por qué ocultar la decisión a tomar o tomada.