No ya al alcance de todos los españoles, como el antiguo No-Do, sino al alcance de todo el mundo se ha puesto este año la Semana Santa de Zamora, que ha resultado espléndida en casi todos los aspectos, dado que todos los actos programados se han desarrollado con brillantez ante miles y miles de personas -se calcula que hasta 300.000- las de aquí, siempre fieles a la tradición, siempre arropando las celebraciones, y las llegadas de fuera para ver las procesiones famosas.

Que cada vez lo serán más, debido a las nuevas tecnologías de la comunicación, gracias a las cuales ya se pueden seguir prácticamente en directo cada uno de los desfiles procesionales. Es todo un alarde el ofrecido por la página web de nuestro periódico, al igual que la web del Ayuntamiento de la capital, que en colaboración con la Junta de Semana Santa, en feliz iniciativa, ofrecen las transmisiones de unos acontecimientos religiosos y culturales de primer orden, como lo demuestra el hecho de que importantes medios internacionales se han hecho eco también de los actos y del ambiente que impera en la ciudad, de la plasticidad emotiva y la hondura fervorosa de las representaciones de la pasión que se van sucediendo en calles y plazas marcadas por la historia, el arte, y el paso de los siglos.

Esa va a ser la mejor promoción turística que se puede hacer, sin olvidar ninguna de las demás que se hacen, que aun debieran ser reforzadas si se quieren cumplir los ambiciosos objetivos existentes. Pero no solo eso, ni mucho menos, porque ese directo televisado que puede ser contemplado desde la televisión, o desde el ordenador, o desde la tablet o el mismo teléfono móvil, es un servicio público extraordinario para quienes, incluso en Zamora o su provincia, no pueden presenciar personalmente, por unas u otras causas, las magnas procesiones. Y no se diga para tantos zamoranos de la diáspora que ahora, a través de Internet, pueden recuperar sus recuerdos de tantas semanas santas vividas y nunca olvidadas.

Siempre, desde que la televisión comenzó a llegar a todos los hogares, allá por los años 60 del pasado siglo, las procesiones de estos días, que tienen lugar en toda España, en los cuatro puntos cardinales de su geografía, han sido motivo de expectación y seguimiento entre los espectadores y objeto de deseo de todas las ciudades que hacían lo posible e imposible para que se televisase algunos de sus cultos y desfiles. Pero era un cupo limitado, en la única televisión de la España de entonces, y la verdad es que Zamora no tuvo demasiada fortuna al respecto. Menos mal que con el tiempo, los canales regionales, pero sobre todo los locales, se volcaron con las transmisiones de Semana Santa, dando cabida a las celebraciones, aunque sus contados recursos y especialmente su limitado alcance, la alejase de esa difusión masiva que consigue ahora con el soporte de las nuevas técnicas multimedia.

Lo visto estos días ha resultado una experiencia muy gratificante, servida además, en general, con un esmero y una funcionalidad dignas de aplauso. Ha sido otra forma de seguir la Semana Santa de Zamora, una forma tan real casi como la que se vive en las abarrotadas calles.