En el lenguaje corriente para mi generación los "ismos" los empezamos a manejar para tildar algunos aspectos de la vida política y principalmente cuando de temas y situaciones extremas se trataba. Uno de los vocablos al que le poníamos el "ismo" es la palabra laico.

Por artes o por partes me encuentro con un laico y con el laicismo por todas partes y lo que es más difícil de entender y asimilar es la envoltura en la que nos llega, primero porque nos afecta a lo más profundo e íntimo de lo nuestro y en segundo lugar porque a toda costa quiere imponer su norma y su ley con ese profundo desprecio a aquellos que los reciben. Viví el mundo del velo allá por la década del cincuenta, veranos del 55 y 57 y tuve ocasión de adentrarme con sumo cuidado en esos jardines sin permitirme ni pasar de la puerta. Me dejó tan impresionado que sigo bajo los mismos efectos cada día que llegan noticias de dentro y de fuera que todos conocemos y que sentimos con profundo dolor y honda preocupación, porque cuando las barbas de tu vecino... sigan ustedes.

La convivencia no siempre es fácil y es aún más difícil cuando se intercalen esos extremismos, que desde su aparición en el seno de las sociedades modernas están creando situaciones verdaderamente límite y de las que cuando se sale de ellas ha sido a base de tremendos sacrificios.

Esos comportamientos dan siempre la nota destacada frente a una convivencia verdaderamente ejemplar, meta a la que aspira toda sociedad civilizada.