Desde el último Jacobeo, en 2010, el Camino de Santiago a su paso por Castilla y León languidece, quizá, a la espera del siguiente Año Santo, en 2021. Los datos del pasado año son tozudos: 250.000 peregrinos lograron la Compostela (documento acreditativo de haber realizado los últimos 100 kilómetros a pie o 200 en bicicleta), pero solo unos 40.000 de ellos pernoctaron a lo largo de los 375 kilómetros que aporta la comunidad a esta ruta milenaria.

Desde el punto de vista geográfico, puede entenderse el esfuerzo continuado en materia de promoción que viene haciendo Galicia desde 1993. Solo durante estos meses tiene en marcha dos grandes exposiciones, además de otros encuentros de relevancia como el que reunirá en Santiago, a principios de junio, a más de 200 asociaciones de peregrinos de todo el mundo con motivo de la celebración del VIII Centenario de la Peregrinación de San Francisco de Asís a Compostela, un evento al que las autoridades gallegas dedicarán 350.000 euros.

Cierto es que Castilla y León concentra este año su apuesta turística en la conmemoración del V Centenario del Nacimiento de Santa Teresa de Jesús, pero no lo es menos que el Camino debería ser la columna vertebral de cada legislatura con un plan ambicioso y constante. No en vano, la comunidad autónoma representa la mitad del trayecto que va de Roncesvalles a Santiago y, pese a ello, la sensación preponderante es que no nos creemos del todo su potencial turístico, cultural y económico. Valga como ejemplo también el hecho de que la trigésima edición de la Ruta BBVA, en la que participan jóvenes de 23 países, arrancará, precisamente, este año en Ávila con motivo de la efemérides de la santa. Pero tras un solo día por tierras abulenses, y antes de proseguir viaje hacia Colombia, los integrantes de la expedición recorrerán durante 10 días el Camino, desde O Cebreiro hasta Santiago. O sea, otra oportunidad perdida para la promoción de la ruta a su paso por Castilla y León.

No es cuestión de responsabilizar a nadie en concreto, ni mucho menos al departamento gubernamental de turno, el que, justamente, más ha acusado el descenso presupuestario estos años. Se trata, más bien, de aprovechar lo que resta hasta el próximo Jacobeo (2021) para recuperar ese sentimiento de orgullo que no hace tanto tiempo impregnaba la acción transversal del Gobierno autonómico. Estamos, por tanto, a tiempo para no desandar el Camino.