Un cuarto de siglo, 25 años, han sido insuficientes para llevar a cabo un proyecto relativamente modesto, la rehabilitación del antiguo matadero de la capital zamorana, un edificio catalogado por su valor arquitectónico, para su transformación en un centro que uniera las aulas de Educación de Adultos y la Biblioteca Municipal. Gestado en los años 90, esta historia interminable comenzó a tener visos de realidad catorce años atrás, cuando el Ayuntamiento aprobó la redacción del primer proyecto, en agosto de 2007.

Desde entonces, y como si de una catedral se tratara, el antiguo matadero ha visto pasar por delante a tres corporaciones locales sin que se haya materializado el objetivo de su reaprovechamiento. La alcaldesa Rosa Valdeón heredó el proyecto, financiado por el Ayuntamiento y la Junta de Castilla y León, de su antecesor, Antonio Vázquez. Ocho años después, Valdeón se despide de la Casa de las Panaderas dejándolo en herencia al siguiente regidor. Así, como en el bolero, van pasando los años mientras el Centro de Adultos se ve forzado a ejercer de aula errante en las instalaciones antiguas del CEI en su, esperemos, penúltima estación del Vía Crucis, y los usuarios de la Biblioteca se las apañan en las modestas instalaciones en una entreplanta situada unos metros más arriba de la misma avenida que el gafado e inconcluso edificio.

A diferencia de otros frutos madurados al son de la megalomanía de los responsables políticos, la conversión del matadero sí parecía reunir las condiciones de necesidad y racionalidad que debieran imperar en todas las obras públicas. Pero el resultado ha sido todo lo contrario. En este caso, la crisis solo fue la gota que colmó el vaso que había comenzado a llenarse de despropósitos desde el origen. Las asignaciones presupuestarias aparecían y desaparecían de los presupuestos de las administraciones responsables de la construcción. Finalmente, el proyecto definitivo se aprobó en febrero de 2007 y en julio de 2008 se procedía a la adjudicación de los trabajos.

Esto, lejos de significar que las cosas habían encontrado buenos derroteros, marcó una nueva etapa en la que se sucedieron modificados, paralizaciones, abandonos por parte de la dirección de obra por desacuerdos con cambios introducidos en el proyecto, prórrogas, polémicas entre grupos políticos, cruces de anuncios de sanción contra la constructora por parte municipal y reclamaciones económicas por parte de la empresa. A la postre, la adjudicataria entró en concurso de acreedores y el antiguo matadero quedó definitivamente abandonado a su suerte, con las obras sin rematar.

Han pasado cinco años desde que se cumpliera el primer plazo en que debió concluirse el edificio. En este lustro las instalaciones han sufrido deterioros, el robo de materiales y de la instalación eléctrica. La caída de cascotes de la cornisa llevó a tener que acordonar la avenida para evitar daños sobre los peatones. El antiguo matadero parecía haber olvidado su nueva vocación educativa para convertirse en vertedero y en escaparate de las antípodas de la eficacia política. Fue necesario invertir otros 100.000 euros para construir un cercado que disuadiera a posibles asaltantes y, de paso, privara de la vista pública tamaña ofensa a los bolsillos de los contribuyentes.

La obra podría haber engordado a estas alturas hasta superar los 2 millones de euros, muy por encima de lo presupuestado. Ahora, otra vez en vísperas de elecciones, el Ayuntamiento afirma que los trabajos se reanudarán en un mes, tras una nueva adjudicación de los trabajos y otros 400.000 euros de presupuesto para su finalización. Pero el edificio esperará tiempos mejores de la mano de una nueva Corporación; será la cuarta que lo abordará. Esperemos que esta vez la eficacia en la gestión permita conjurar una historia que movería a la risa si no fuera por la cantidad ingente de recursos públicos gastados y sin rentabilizar ni en lo económico ni en lo social. Y en Zamora no abunda ni lo uno ni lo otro.