Introducción. Trasladada la Corte a Madrid en 1606, Cervantes y su familia hicieron lo propio, después de una etapa vallisoletana cerrada con sobresalto y cárcel, por el asunto de Ezpeleta.

Tiene el novelista 60 años, y ya no se moverá de Madrid, en el contexto de residente. Madrid lo recibió para siempre y él se entregó en cuerpo y alma a escribir.

Llegados de Valladolid, parece ser que se fueron a vivir a la calle del Duque de Alba, cerca del Estudio de la Villa, donde había sido estudiante de López de Hoyos. En 1608 se instala en el barrio de Atocha; exactamente detrás del hospital -querido hospital-, de Antón Martín, y un año más tarde, sin cambiar de barrio, se traslada a la calle de la Magdalena, detrás del palacio del duque de Pastrana, a unos pocos pasos de la librería de Robles y de la imprenta de Cuesta.

Cervantes, rodeado de cinco mujeres (Catalina, su mujer; Andrea y Magdalena, sus hermanas; Constanza de Ovando, hija de Andrea e Isabel Saavedra), observa con curiosidad el crecimiento de Madrid, invadido no solo por los miembros de la Casa Real, sino también por los funcionarios del gobierno: clérigos, comerciantes, proveedores y miles de comparsas de todo tipo y condición; de tal modo, que mientras que Madrid comenzaba a hincharse como un globo, Valladolid retornaba a su morfología de antaño.

El Cervantes religioso. El 17 de abril de 1609 ingresa Cervantes en la Congregación de los Esclavos del Santísimo Sacramento, fundada el 18 de noviembre de 1608 por fray Alonso de la Purificación, trinitario descalzo, y por don Antonio Robles y Guzmán, gentilhombre de Cámara de su majestad y aposentador del rey.

Se ha discutido el porqué el novelista toma postura pública en materia religiosa. A mí no me cabe ninguna duda, pues pienso que cuando la enfermedad azota o se insinúa, el hombre busca cobijo en sus angustias vitales. ¿Tendría ya en 1609 conciencia de la enfermedad? No me atrevería a asegurarlo, aunque tampoco se debe descartar la idea sugerida por algunos biógrafos, del tono intelectual-religioso de la citada congregación. En efecto, esta disfrutaba de ilustre protección, entre ellos, las del rey y la de su favorito, Lerma, poniéndose pronto de moda en Corte y círculos literarios. A finales de 1609 tenía 400 miembros importantes, entre ellos Quevedo y Lope de Vega. Casi todas las grandes figuras literarias españolas del siglo XVII tuvieron fuertes lazos con la Iglesia, ya que esta ofrecía una de las pocas posibilidades de hacer carrera en la época. Tirso de Molina era fraile mercedario, Góngora y Calderón fueron ordenados sacerdotes y Gracián era jesuita.

Las reglas a las que tuvo que someterse el autor del "Quijote", entre otras, eran: ayuno y abstinencia los días prescritos; asistencia cotidiana a los oficios; sencillez de vida y costumbres; visita a los hospitales; ejercicios espirituales; continencia absoluta y llevar escapularios.

Cervantes fue uno de los primeros cofrades y en los entresijos de su funcionamiento estuvo sometida la Esclavania a los intereses personales de sus componentes.

Conocido es el hecho de que los religiosos de Orden Trinitaria, en febrero de 1615, hicieron saber a la Junta de la Congregación -señala Astrana-, "que semejante opulencia y boata, del que hacía gala la cofradía, repugnaban a la pobreza, abnegación, humildad y severidad de los redentores cautivos; la falta de austeridad era evidente; y así, o que se suprimían las músicas, los versos, las colgaduras de la Iglesia, y las procesiones lujosas, o la hermandad, había de renunciar a tener por sede el monasterio de los Trinitarios. Púsose a votación en junta extraordinaria, y no obstante el acuerdo de 4 de enero de 1609 de que no se pudiera sacar nunca de los Descalzos de la Trinidad la Esclavania, por 50 votos contra 6, decidióse no aceptar aquellas condiciones, y la Congregación mudó la casa, trasladándose el 5 de abril al convento de los religiosos menores del Espíritu Santo".

El día 8 de junio de 1609, siguiendo el ejemplo que había dado el año anterior Magdalena de Cervantes, recibieron el hábito de la Orden Tercera de San Francisco, Catalina, la mujer de Cervantes y su hermana Andrea. En la partida de su recepción como terciaria, Andrea es la "viuda del general Álvaro Mendaño" y esta designación podría dar a entender que había vuelto a casarse después del 30 de junio de 1605, día en que declaró bajo juramento, ante Villarroel, en Valladolid, que era viuda de un florentino, por nombre San Ambrosio. El 9 de octubre de 1609, murió de calentura en la casa de Cervantes en Madrid y la enterraron a expensas de su hermano en la iglesia de San Sebastián.

A dos de julio de 1613, concluida la impresión del texto de las "Novelas Ejemplares" en un viaje que hace en Alcalá, Cervantes toma el hábito de la Venerable Orden Tercera de San Francisco.

La única referencia que tenemos de este acto es lo señalado en la biografía de Cervantes de Fernández Navarrete, que en su nota 341 dice textualmente: Consta por un apunte que existe en el archivo de la Orden Tercera de Madrid, cuya noticia no se ha podido comprobar a Alcalá por haberse extraviado todos los papeles de la orden anteriores al año 1670.

¿Suficiente para considerar el asunto como cierto?

Hacia el final. Durante seis meses, dedicó al Persiles sus últimas fuerzas. La enfermedad le iba minando la vida, y él se sabía morir.

La primavera asomaba cogida de la mano de un Cervantes en el invierno de su diseño vital.

El 26 de marzo parece despedirse, mediante una carta, del cardenal Sandoval.

Afirma Canavaggio que hoy carece de toda duda tratarse la citada carta de una falsificación.

Signo evidente de que la enfermedad de la que se sabía portador estaba dando sus últimos coletazos, nos lo dice el hecho de que la ceremonia de toma de votos en la Orden Tercera tuvo lugar en su domicilio, sito en la esquina de la calle de Francos y de la calle de León.

En el prólogo del Persiles, nos dice Cervantes que en el mes de abril, viniendo de Esquivias camino de Madrid, se encuentra con el famoso estudiante de Medicina, montando en su rocín.

Afirma Canavaggio -y a mi entender no le falta razón-, la escasa posibilidad de que tal viaje no hubiera sido real, sino ficticio.

Si Cervantes no pudo abandonar el domicilio para tomar los hábitos de la Orden Tercera, ¿cómo lo iba a hacer para trasladarse a Esquivias?

Algún galeno compañero mío sostiene que las enfermedades tienen esos caprichos. Pero me parece a mí que en fase tan avanzada pocos caprichos se podrían esperar; y menos para hacer un viaje de ida-vuelta, Madrid-Esquivias-Madrid; y sobre rocín.

Lo que sí está claro es que Cervantes nos dice de lo que padece, que él entiende que es enfermedad de hidropesía -en realidad así era entendida en la época-.

El 20 de abril, miércoles, el novelista escribe en el prólogo del Persiles:

"Mi vida va acabando, y al paso de las efemérides de mis pulsos, que a más tardar, acabarán su carrera este domingo, acabaré yo la de mi vida? ¡Adiós gracias: adiós donaires; adiós regocijados amigos; que yo me voy muriendo, y deseando veros presto contentos en la otra vida".

El viernes, 22 de abril, poco más de una semana después de William Shakespeare, Miguel de Cervantes muere; consignada su muerte en los registros de su parroquia, la de San Sebastián. Se anota que nombró a su esposa ejecutoria testamentaria, que encargó diez misas por el descanso de su alma y que fue enterrado en el convento de los Trinitarios. Será inhumado el sábado, según la regla de la Orden Tercera, con el rostro descubierto y vestido con el sayal de los franciscanos.

No está localizada la sepultura, configurando el convento de las Trinitarias su casa mortuoria, circunstancia de rabiosa actualidad en el momento actual.