Hace tiempo que me prometí no volver a escuchar las cantinfladas políticas de unos personajes que se tachan de defensores del interés general y, desde su personal mediocridad, enseguida queda de manifiesto su anhelo de poder a cualquier precio, van a por lo que van, que se reduce a su propio interés; pero he vuelto a caer en el deseo de conocer a los nuevos parlamentarios y probables sabios dirigentes del cotorreo político, y una vez más he sido defraudado: ¿Cuándo aprenderán, nuestros políticos, a verificar el estado de la viga de su propio ojo y no estar exagerando la paja del ojo ajeno? Y deben calmar esas fiebres de abuelitas que generan tanto autobombo y tanta apología teatral mientras juegan con la moral y el erario públicos.

Pero está claro que lo más lamentable son los nuevos, las jóvenes promesas que van de mal a peor. He escuchado al Sr. D. Pedro Sánchez, jefe de la oposición, faltar al gobierno y sus diputados llamándoles sinvergüenzas, mientras, él, se consideraba puro y limpio de mácula, un hombre perfecto, cuanta presunción, qué poca humildad: ¿Diga Ud. de que presume, le diré de que carece? Y eso en Madrid, aquí, en Benavente, el Ayuntamiento se conforma como ONG.; y la oposición, para ser más y peor, nos pondrá una concejalía de trabajo, posiblemente con muchos enchufes; por eso, pregunto a los presuntos posibles gobernantes: ¿El Ayuntamiento es una ONG? Y, ¿El Ayuntamiento es una empresa que genera beneficios crematísticos o una delegación del ministerio de trabajo?

Que yo sepa, (que sin duda será muy poco), el Ayuntamiento, que se mantiene con la aportación vecinal, tiene la función específica de asegurar y promover los mejores servicios ciudadanos, mirar por nuestro patrimonio inmobiliario y cultural, colaborar, (sin soltar un euro de todos), por y para el bienestar general, con la empresa privada, y todo con el concurso político de la mayoría en decisión de pleno municipal. Las arbitrariedades que cuestan a las arcas públicas nuestro dinero, van en detrimento de la ciudad y de la ciudadanía.

Estimo que el ejercicio político, -en su exposición parlamentaria nacional, comunitaria o ciudadana- está con talantes sin talento, en personajillos delirantes de medio pelo, sin más formación e información que el ejercicio partidista acrisolado y sectario que algunos pocos han conseguido con esfuercillo escalador; pero ni respetan, ni escuchan ni exponen cosas concretas, ni se ajustan a verdades y razones, ni dan soluciones medio sensatas, ni saben las obligaciones del puesto a que aspiran: Todo es demagogia y ensoñación. Para ellos, parlamentar es, simple y llanamente, decir ¡No! Y, en el más elocuente y locuaz diserto, llegar a leer un manifiesto escrito con anterioridad. Mucha representación teatral dramatizada, demasiada cháchara insustancial; desde el sentido común, consideremos que "Obras son amores y no buenas razones".

Hoy, cuando los pajaritos con coleta de Chávez, hablan a un maduro y sutil conductor de autobús y pueblos, nos avenimos al mensaje del supremo intelecto de un Podemos incontestable en su talante talentoso para concebir la farsa política "como arte de lo posible" que dijo Ortega y Gasset. Así, estos personajes extravagantes, artistas de fábula, determinan "El nuevo arte de la comedia política" o "La teatralidad del Interés". Y se sitúan en línea con la Comedia de Figurón, (a lo Plauto), que, con todo lujo, la Podemos intitular: "Entre bobos anda el Juego" o "El Honor da entendimiento y el más bobo sabe más".

Recordemos del visionario D. Miguel de Cervantes, al Túmulo de la política actual: "¡Es cierto/ lo que dice, ?/ y quien dijere lo contrario miente! / Y luego incontinente/ caló el chapeo,? requirió la espada, /miró al soslayo, fuese, y no hubo nada".