Durante estos años hemos visto el surgimiento de numerosos organismos que al amparo de un ropaje institucional con apariencia de respetabilidad oficial y social se han ido abriendo hueco en el mundo político y empresarial, con una disimulada finalidad de hacer negocio o medraje político, directamente o a través de los contactos y relaciones gestados en el chiringuito montado al efecto.

Hace unos días la prensa se ha hecho eco de un informe emitido por la llamada "Cátedra Española de Seguridad Vial y Movilidad", titulado "primero los peatones". cuyo contenido me llamó la atención por su absoluta falta de rigor. De algo que se denomina "Cátedra" cabe esperar un estudio serio, bien fundamentado y no un panfleto con comentarios y propuestas propios de una tertulia de bar. Lo malo es que los medios de comunicación, confiando en que es una "Cátedra" quien lo firma, divulgan su contenido como si fuese un conocimiento científico y dan protagonismo a su autor, que así cumple con su objetivo de darse publicidad.

No hay que gastar espacio en desmontar ese informe, porque se cae por sí solo. En cambio, es necesario preguntarse de dónde sale esa "Cátedra" y aquí aparece lo que a mi modo de ver es un chiringuito (o varios), por más que se puedan rasgar las vestiduras sus mentores. A decir verdad, lo primero que llamó mi atención fue que una Cátedra de seguridad vial y movilidad estuviese integrada en un "Instituto Internacional de Ciencias Políticas". Indagando en Internet resulta lo siguiente: este Instituto nace de la mano de un profesor de Derecho, Manuel Balado, que le dio clase en la universidad al entonces príncipe Felipe, hecho que destaca en su currículum, y además es auditor militar, habiendo ocupado un alto cargo en el Ministerio de Defensa. Decide crear el Instituto, que no aparece integrado en ninguna institución universitaria española, y con un Consejo "científico" de relumbrón, presidido ad honorem por Mario Soares y por Duráo Barroso. Otros insignes "científicos" son Juan José Lucas, vicepresidente del Senado, Jordi Jané, vicepresidente del Congreso, o el director de la Guardia Civil, así como una pléyade de ex altos cargos y exmagistrados españoles y extranjeros. Mucha fachada adornada de figurantes y de terminología rimbombante -investigación de excelencia, factorías de conocimiento, consultoría estratégica- y poca sustancia, como demuestra la escasa calidad de su último informe sobre el panorama político español.

Con esta pantalla tan honorable el Instituto se arrima a la Universidad del CEU de Madrid y a su través celebra un convenio con la Unesco para crear en 2003 "La Cátedra Unesco de Ciencia Política y Administración Comparada", con un esquema organizativo semejante al del propio instituto. Mucha fachada institucional, presidida por el propio señor Balado, y poca ciencia en sus publicaciones. Y, ¡oh sorpresa!, el Instituto hace un convenio con su Cátedra Unesco, o sea, convenia consigo mismo, y crea la "Cátedra Española de Seguridad vial y movilidad", también dirigida por Balado y por su mano derecha en todos estos organismos, el abogado Aitor Canales, que poco después pasa a dirigirla. ¿Qué tiene que ver la Ciencia Política con la seguridad vial? ¿Qué currículo especializado tiene el señor Balado para promover y dirigir una cátedra de esta naturaleza? Ninguno, pero valiéndose de su presidencia de la Cátedra Unesco de Ciencia Política se autoproclama "representante ante la Unesco y las Naciones Unidas sobre políticas de seguridad vial".

La Cátedra de seguridad vial se organiza con arreglo al mismo patrón antes descrito. Mucho personaje influyente, mucho contacto institucional y poca ciencia. Para darle apariencia de seriedad ponen como "presidente de honor nato" al de la DGT, y como profesores consejeros de honor, o sea, como figurantes que jamás se reúnen salvo para un cóctel, a toda una pléyade de altos cargos y nombres conocidos para tener una buena carta de presentación. Ahí están desde magistrados del TS hasta Iñaki Gabilondo. Que la Cátedra es un chiringuito lo demuestra que está formada por 31 "profesores consejeros" (políticos y magistrados), 17 "consejeros parlamentarios" (los diputados de la Comisión de Seguridad Vial del Congreso) y 17 "consultores científicos". O sea, 48 figurantes y 17 científicos, que en gran parte también lo son. La Cátedra dice tener una función eminentemente jurídica, pero de estos 17 consejeros científicos no hay ninguno que aparezca como juristas especialista. En cambio están representados Race, Audi, Ministerio de Defensa, Tom Tom Mapfre, además de algunos médicos y psicólogos.

El actual director de la Cátedra es ahora el compañero de travesía de Balado, Aitor Canales, abogado mediático en programas de Telecinco e Intereconomía y asesor de asociaciones de víctimas de tráfico. Pero con este envoltorio institucional es fácil que se presente como "experto" en seguridad vial y movilidad. ¿Qué trabajos científicos ha hecho la Cátedra Española de Seguridad Vial y Movilidad? Ninguno. ¿Qué sabe de la movilidad en bicicleta? Nada, a la vista de sus escasos y mal documentados informes. Como se dice ahora, mucho postureo para engaño del personal. La prensa debería investigar sus fuentes de información y el Consejo de Universidades tendría que tomar cartas en el asunto para que no haya un uso indebido de denominaciones vinculadas a la alta institución académica.

(*) Catedrático de Derecho Constitucional