El día 7 de enero, la Agencia Europea de Estadística (Eurostat) publica el dato adelantado de la tasa de inflación correspondiente al mes de diciembre en la eurozona, arrojando un dato negativo del -0,2%. Este dato supone la primera cifra negativa desde 2009 y la activación de voces y alarmas para evitar un posible escenario de deflación, pidiéndole ya al Banco Central Europeo (BCE) un programa de compra de deuda soberana.

El 22 de enero será la próxima reunión del BCE en la que se espera que Mario Draghi anuncie una posible compra de deuda activando así el Quantitative Easing (QE). El QE entra en acción cuando el tipo de interés es próximo a cero (siendo en la eurozona, como saben, del 0,05%) y no es otra cosa que el aumento de oferta del dinero mediante la compra de bonos, cuyo fin es el de estabilizar los precios y reducir los intereses con miras al largo plazo.

El dato de inflación, que los analistas esperaban más moderado, ha sido interpretado de inmediato como que la sombra de la deflación planea ya sobre la eurozona. Ante esta posibilidad, la Comisión Europea salió al paso negando que estemos en deflación, aceptando, eso sí, una inflación temporalmente negativa lo que vendría a ser como una desinflación. También aclaró que debido al débil crecimiento y a la bajada sustancial de las materias primas, provocaron un descenso de la inflación a corto plazo con la esperanza de un aumento de la misma según se fortalezcan los salarios y la actividad económica.

En España no somos diferentes y también tenemos el Índice de Precios al Consumo (IPC) en negativo lo que lleva a la duda de si estamos o no en deflación. Nuestro ministro de Economía, Luis de Guindos, explicó que no estamos en deflación porque "a la caída de los precios no le ha acompañado un hundimiento del consumo y la inversión". Aún así, la situación no deja de ser un tanto extraña debido a que la caída de precios no se ha producido en todos los sectores por igual. Mientras que los precios en servicios, hostelería, enseñanza y vestidos siguen en positivo, los precios de carburantes, transporte, comunicaciones, ocio y cultura han caído de forma sustancial. La bajada del crudo ha sido el culpable, en su mayoría, de esta situación siendo, por otro lado, un balón de oxígeno para la economía de las empresas, familias y del propio Estado. No nos olvidemos que las fluctuaciones del precio del petróleo suponen algo así como el 50% de la variabilidad de la inflación en nuestro país. En este sentido, una deflación "no sería del todo mala" (dentro de lo mala que es para la evolución económica de un país) para nuestra economía porque ya saben que el crudo es algo que España no posee y tiene que importar con las consabidas consecuencias.

Es importante discernir entre lo que es la deflación y la desinflación pues, en muchos casos, se consideran palabras sinónimas y no lo son. Me explico: mientras que la desinflación es una desaceleración de los precios sin llegar a ser cero, la deflación es una bajada generalizada y prolongada durante, como mínimo dos trimestres, del nivel de precios de bienes y servicios. Otro aspecto importante que las diferencia es que la desinflación suele coincidir con una mejora lenta de la economía permitiendo ajustes de precios entre bienes y servicios; por el contrario, la deflación coincide con una caída de la demanda y suele tener consecuencias más negativas sobre la economía que la inflación.

En su día, ya el Premio Nobel Paul Krugman aclaró que una desinflación moderada es positiva para la economía de un país pero que no deja de ser una trampa de deflación y de liquidez comparándola con la situación vivida en Japón.

Bajo el punto de vista de los inversores la situación no pinta demasiado bien. Fíjense en este dato: Alemania, en vez de pagar, cobra, en algunos casos, por tener depositados en ella los ahorros de los grandes inversores.

Casos de deflación ha habido y de ellos podemos sacar algunas consecuencias y aprendizajes. Dejando al margen la que hubo durante la Gran Depresión, Japón ha sufrido la bajada de precios más de un 25% desde mediados de los años 90. Otro caso similar ha sido Suecia a la que le ha ocurrido tres cuartos de lo mismo que al país del sol naciente.

Si España o la eurozona entran en deflación ¿cuáles serán las consecuencias? En un principio parece que será beneficioso porque los precios descienden y se beneficia de ello el consumidor. Nada más lejos de la realidad ya que esta simpleza de pensamiento daña enormemente la economía debido a que todo entra en una espiral bajista: al bajar los precios, los consumidores esperan a gastar porque saben que pasado un tiempo todo estará más barato; las compañías dejan de producir, reducen costes y aumenta el paro provocando una disminución de la demanda pues estos nuevos parados dejarán de comprar y así hasta que se acentúe la depresión económica.

Por otro lado, disminuye el valor de las propiedades, de las materias primas, de las mercancías y los títulos pierden valor haciendo descender el valor de las acciones en Bolsa. Las empresas no invierten al no ser demandados sus productos y llega el estancamiento.

Las deudas aumentan de valor porque los activos bajan de precio lo que provoca que el balance de los pasivos sea mayor. O, dicho de otra manera, el dinero que se pidió prestado vale más que el que se tiene para devolver. Al ser así, el dinero escasea provocando una menor liquidez disponible que se agrava, a su vez, porque se pretende liquidar la parte pasiva cuanto antes para que no aumente demasiado.

Como esperanza positiva puedo decir que las deflaciones muy prolongadas no suelen ocurrir debido a que es necesaria una gran depresión económica para que ocurran. Los Gobiernos, ante escenarios similares, toman medidas como aumento del gasto público o aumentando el dinero en circulación. Otra medida sería reducir al mínimo los tipos de interés pero esto, como ya dije antes, no será posible al estar ya el dinero en mínimos.

Por el momento me pongo del lado de los políticos y prefiero pensar que todo esto es una "inflación negativa" que pronto se solucionará con ayudas propias y externas si fuesen necesarias.