Los muertos por el terrorismo yihadista en París han sido llorados, recordados e incluso vengados, como no puede ser de otra forma. Tardaremos algún tiempo en salir del estado de shock en el que nos ha dejado tan brutal atentado que, más que un atentado, ha sido una ejecución en toda regla, como ya exprese en un "zamoreando" anterior. En poco más de 24 horas y en Nigeria, dos niñas de apenas diez años se han autoinmolado. Solo sabemos que la carga explosiva que les colocaron los salvajes de Boko Haram sirvió para llevárselas por delante y con ellas a un número importante de personas. Se buscaba un río de sangre y se consiguió.

De las pequeñas apenas ha trascendido nada. Ni sus nombres, ni su etnia, ni su religión, solo su edad: 10 años. Es posible que sus padres, si es que antes no las vendieron, su familia, sus amigos, si los tenían, lloren su pérdida. Pero es que en buena parte del continente africano, los niños, sobre todo las niñas, al igual que las mujeres, no tienen valor alguno para organizaciones y sectas terroristas como Boko Haram. Envían a la muerte no ya a los iguales en edad y en fe, quizá porque ya no se tragan eso del paraíso y las huríes, leyenda con la que han venido haciendo comulgar a todos los suicidas. A las niñas, como las dos que cayeron autoinmoladas, no hay que darles tantas explicaciones. Han puesto de moda a las niñas bomba y vamos a sufrir una larga epidemia si Dios o Alá no lo remedian.

¡A los niños ni tocarlos! Lo he dicho y repetido en infinidad de ocasiones. Sin embargo los talibanes, los yihadistas, el Estado Islámico, Boko Haram y todos sus iguales, con tal de conseguir sus objetivos son capaces de atrocidades como las descritas y muchas más, terribles, horrorosas todas ellas. Son gente sin piedad, sin alma, nacida para matar e incluso para morir matando. A las niñas en Nigeria les aguarda un largo calvario con una única certidumbre: su muerte segura. Que nadie crea que estas autoinmolaciones son hechos aislados, muy por el contrario y desgraciadamente, son hechos cotidianos. A los escenarios clásicos como Irak, Pakistán y Afganistán, hay que sumar Nigeria y Yemen. Uno de los jefes de Al Qaeda en Pakistán ha anunciado que cuenta con 2.000 terroristas suicidas prontos a inmolarse. Lo terrible es que son muchos los jóvenes dispuestos a morir para matar en otros países sobre todo de Occidente.

Utilizar niñas que ni siquiera han alcanzado la adolescencia debería ser considerado un crimen de lesa humanidad y si algún día, a petición del Gobierno de turno, Estados Unidos y Europa deciden intervenir, si dan caza al líder de Boko Haram o a cualquiera de estos líderes talibanes, que los juzguen como corresponde a crímenes tan execrables.