Cuando uno se siente limitado, cuando uno se siente enfermo, qué cerca se siente uno de Dios. Cuando uno siente que necesita de los demás estás seguro que nadie te falla. Estás en buenas manos: en las de los hombres y sobre todo en las divinas. Yo al menos lo he sentido así. ¡Qué agradecido estoy a los demás y qué cerca he sentido a Dios! Bendito sea el dolor, bendita sea la enfermedad, las pequeñas o grandes dificultades. Una manera estupenda de celebrar este año la Navidad.

Tanto en el hospital Virgen de la Concha como en la Virgen de la Vega de Salamanca me han atendido de una manera exquisita: médicos, enfermeras, cuidadores. ¡Qué manos y qué cuidado! Unos profesionales que lo saben y lo quieren hacer de maravilla. Y que además lo han conseguido.

Dios se lo pague a todos. Y también, cómo no, a tantas y tantas personas como en estos días han elevado, me consta y lo he sentido hasta físicamente, oraciones por mí. Mis familiares, mis amigos y conocidos; que han sido muchísimos, la oración mueve montañas. Que mi Virgen de la Concha y la Virgen de la Vega continúen con ese mimo de cariño.

Plácido Isidro

Párroco de San Vicente

y San Juan de Zamora