Lo dijo ayer muy clarito en este periódico Miguel Blanco Suaña, secretario nacional de Coag y presidente de la Cámara Agraria de Zamora: "Si conseguimos levantar el sector agroalimentario podremos salvar la economía provincial". Totalmente de acuerdo. Es más, y así lo he escrito en varias ocasiones: si fuéramos capaces de transformar todas las materias primas agropecuarias que se producen en Zamora y convertirlas en alimentos y estos comercializarlos al precio que se merecen por su calidad, la provincia viviría en la abundancia, crecería y tendría futuro.

Como objetivo no parece difícil de cumplir porque es muy simple. El campo provincial produce cereales, cultivos industriales como girasol y remolacha, productos hortícolas, legumbres, oleaginosas, forrajes?, todo eso en el ámbito agrario. Y en el pecuario: leche y carne, con especial atención en el sector ovino, con más de 90 millones de litros de leche al año, a la cabeza de España. La transformación de estas mercancías básicas, de una gran calidad según coinciden todos los expertos, se llevaría a cabo, principalmente en los puntos donde se producen para así fijar población en el ámbito rural. Pero está claro que el objetivo no es tan fácil de llevar a cabo porque no se ha conseguido.

En los últimos años el sector agroalimentario provincial se ha consolidado como la actividad productiva más importante de la provincia. Los subsectores del vino, queso y carne han impulsado al resto y se han convertido en emblemáticos de la provincia. No obstante, queda mucho por hacer, ya que más de la mitad del conjunto de materias primas provinciales se transforma fuera.

Los políticos que salgan de las próximas elecciones tienen aquí el principal reto, perfilar una hoja de ruta posible de realizar a corto plazo: Zamora, centro agroalimentario nacional.