Comenzamos a vivir este año clave y significativo por el número cuya vida seguirá la misma peripecia de la vida humana, veamos cómo se va desarrollando o cómo lo dejan o permiten que se desarrolle o evolucione. Veamos.

Toda adolescencia se apoya inexorablemente sobre una infancia abierta y ávida que gusta de asimilar todo lo que va descubriendo. La infancia descansa sobre el hogar, y este recorrido previo a nuestro adolescente quinceañero no ha sido ni bien programado ni bien dirigido. Como consecuencia este año va a arrastrar unas muy claras y definidas deficiencias para atacar con seguridad y firmeza esa larga y casi interminable serie de materias y situaciones que se va a encontrar.

Pero no podemos olvidar que la infancia es el principio y que la adolescencia necesita ya contar con una hoja de ruta, un programa real y efectivo para cada una de las materias, ambientes y situaciones que sin duda se presentarán en ocasiones siempre imprevistas.

El matiz vocacional empieza a manifestarse también en la adolescencia. Bueno pues aquí tampoco se ve. Hoy entiendo que es muy difícil encontrar ese matiz vocacional, pero habrá que intentarlo siempre y en todas las ocasiones.

Solo con una adolescencia bien cimentada se podrá pensar e incluso soñar con una juventud viva, activa y responsable, promesa firme y a la vez consoladora de esas etapas de la edad madura que constituyen la gran reserva y auténtica riqueza de toda sociedad.

Cuidemos con celo esta etapa de este siglo que nos toca vivir y tengamos muy presente estas tres etapas, adolescencia, juventud y edad madura, que pasó su anterior compañero el pasado siglo veinte de triste memoria.

Si no cuidamos ese conjunto de fórmulas y formas tanto en su desarrollo como en sus aplicaciones y detalles, será muy difícil que llegue el remedio o se produzca ese milagro con el que siempre se esta soñando, quedando sumidos en una angustia permanente que espera impaciente ese socorro que pocas veces llega y cuando lo hace hay que ver a qué precio. Cuidar cada paso sin prisa pero sin pausa es la mejor regla para llegar a la meta deseada.