Me llamó mucho la atención que el consumo de energía en Zamora fuera uno de los más altos del país ya que este ratio suele ir parejo con la renta de los ciudadanos, y en ese tipo de clasificación nuestra provincia, desafortunadamente, no se encuentra en los primeros lugares precisamente, sino mas bien peleando por evitar el último puesto en el conjunto de España.

Pero claro, la noticia se refería, solamente, al consumo en los hogares, no en el conjunto de los demandantes de energía, porque de haberse incluido también la industria habría cambiado desfavorablemente nuestra posición.

Es cierto que consumimos en Zamora mucha energía en las viviendas, casi el treinta por ciento más que la media española; pero lo es, porque esta provincia está ubicada en la comunidad autónoma con el clima más frío de toda España, y, consecuentemente, la demanda por el efecto calefacción, lógicamente, tiene que ser la más alta, so pena que estemos dispuestos a pelar el frío que haga falta mientras vemos cómo los demás disfrutan de hogares confortables. De manera que ese dato, el de mayor consumo de energía, no es un dato bueno, aunque lo pudiera parecer a primera vista, sino una simple consecuencia de las extremas condiciones climatológicas que nos acompañan. Prueba de ello es que los ciudadanos de provincias como Soria, que soportan temperaturas inferiores a las nuestras, ven elevado el importe de su recibo de la luz, en un seis por ciento, con respecto a nosotros.

En cualquier caso, los datos que aparecían en la noticia, no correspondían, exactamente, al consumo en sentido estricto, sino al importe del recibo de la energía consumida; de manera que si tratáramos de ser rigurosos habría que considerar en ese cálculo tanto el factor canon como el tipo de energía consumida, puesto que gas y electricidad no se rigen por los mismos parámetros.

En cualquier caso, hay que recordar que en el recibo de la luz están incluidas tasas y recargos estatales (Dos tercios del total, aproximadamente) que lo encarecen enormemente; y en nuestro caso, el de la comunidad de Castilla y León, en mayor medida, puesto que se ha decidido incrementar por decreto una cantidad de treinta y nueve millones de euros a las compañías eléctricas, que nos han repercutido, o nos repercutirán en nuestros recibos en cualquier momento. Por cierto, que a esos ingresos atípicos que se han inventado, también se ha apuntado la Junta de Extremadura que ingresará con ello sesenta millones de euros.

Desde tiempo inmemorial se viene hablando del establecimiento de un canon de compensación, por parte de las empresas productoras, para las regiones -ahora autonomías- de donde proceda su producción energética. Un canon sacado de la cuenta de resultados, pero, que se sepa, aún sigue siendo solo una reivindicación de café, puesto que los beneficios de estas compañías siguen yendo a parar, de manera exclusiva, a los accionistas y a la región donde estas tienen el domicilio social. En el caso de Iberdrola -de soltera Iberduero- al País Vasco, en el caso de Endesa a Madrid y en el de Fenosa a Barcelona, que es donde liquidan el impuesto de sociedades.

Esa vieja reivindicación de la contribución en origen no está basada en "lloradas de región pobre", sino en hechos razonables. Veámoslo con un ejemplo. Cataluña produce el 18 % de la energía en el conjunto de España y Castilla León el 13%. Pero héteme aquí que Cataluña consume 42.000 GWh, de manera que llega a nivelar, más o menos, producción y consumo; mientras que Castilla y León que solo consume 10.000 GWh de los 30.000 GWh que produce, dispone de un excedente de 20.000 GWh. O lo que es lo mismo, que de Castilla y León sale energía eléctrica para abastecer el déficit de otros lugares de España, como por ejemplo el País Vasco que solo produce el 0,8% y como podría hacerlo con Madrid que solo contribuye con un 0,1%.

Quiere esto decir que una región con alta producción energética abastece a otras con baja o nula producción. Hasta ahí nada que objetar. Pero se da la paradoja que los centros de producción de energía apenas generan empleo, mientras que las fábricas de las regiones industrializadas que la consumen generan cientos de miles. De ahí que esa vieja reivindicación de que las regiones como Castilla y León, y otras con excedencia de producción energética -en este caso eléctrica- sean compensadas de alguna manera, no resulte ningún disparate. Aunque solo sea en aras a que están contribuyendo a mantener la capacidad productiva del conjunto del Estado a cambio de nada.