Zamora es la provincia de Castilla y León con más problemas de abastecimiento de agua. Este verano, como ha ocurrido en los anteriores, numerosos pueblos están siendo servidos con camiones cisternas por la Diputación. La sequía y la contaminación por nitratos, fluoruros o arsénico están detrás del corte del suministro en la mayoría de localidades afectadas. La mala calidad del agua ha obligado ya a un puñado de municipios a instalar plantas potabilizadoras y otros están a la espera de recibir ayuda de la institución provincial para poder hacerlo. Zamora tiene un problema y tiene que hacer todo lo posible para evitar la contaminación de los acuíferos y, a la vez, plantearse la posibilidad de acometer grandes obras de infraestructura para prestar servicio de forma conjunta a comarcas enteras.

A finales de julio siete pueblos de la provincia recibían el agua para consumo humano de las cisternas de la Diputación (concretamente 11.000 litros por semana). San Marcial, Arcenillas y Casaseca de las Chanas sufren contaminación por fluoruros; Madridanos por fluoruros y cloruros y Molacillos y Castro de Alcañices (pedanía de Fonfría) por arsénico. En esta última localidad, la deficiencia se descubrió hace ya más de tres años. Bamba, anejo de Madridanos, se abastece con agua embotellada. Recientemente han surgido problemas en Tardobispo, localidad que también está siendo abastecida con camiones.

En los últimos meses han entrado en funcionamiento plantas potabilizadoras en Moraleja del Vino, Villaralbo y Torres del Carrizal y depuradoras móviles en Moreruela de los Infanzones, Pobladura de Valderaduey, Villamayor de Campos, Villalba de la Lampreana y Benegiles. La Diputación realiza obras preventivas en 17 localidades, con la construcción de cinco depuradoras nuevas y trabajos de reparación en las redes generales de suministro de doce pueblos. La normativa europea ha rebajado la cantidad permitida de algunas sustancias en el agua, lo que ha puesto en guardia a muchos alcaldes y nerviosos a muchos técnicos que buscan sistemas para no sobrepasar los nuevos índices fijados.

El acuífero de los Arenales que surte de agua a las comarcas del Este de la provincia y otras zonas de Castilla y León, que sufrió un grave desgaste en los años ochenta y noventa por la extensión de cultivos industriales como la remolacha y el maíz y la excavación de miles de pozos, sigue sin recuperarse, lo que provoca, ante la sequía estival, más problemas de contaminación.

En la provincia funcionan en la actualidad dos grandes infraestructuras de abastecimiento fluvial: Sayagua y Tera, que dan servicio conjunto a más de cincuenta municipios. El resto, a excepción de Toro y la capital, se abastece con pozos. Los problemas están surgiendo precisamente en las localidades que utilizan agua subterránea donde, en los meses de verano, aumenta mucho el consumo por el incremento de la población y por esa cultura que aún se mantiene en el ámbito rural de regar huertos y jardines con la red general, lo que incrementa también las averías en las instalaciones.

El hecho de que en Zamora los problemas de abastecimiento se repitan un año sí y otro también debería hacer reflexionar a las instituciones implicadas, Diputación y Junta. Es necesario hacer un diagnóstico de la situación y para eso sería conveniente contar con un informe técnico que aclare el panorama y apunte las posibles soluciones. Aunque la crisis ha vaciado las arcas de la Administración y hablar de grandes inversiones parece ahora un despropósito, no estaría de más desempolvar viejos proyectos como el abastecimiento de las comarcas del centro de la provincia con agua del Esla o plantearse nuevas obras colectivas que puedan solucionar los problemas de manera definitiva.

Las mancomunidades de servicios que funcionan en la provincia deberían extender sus funciones también al abastecimiento y empezar a buscar soluciones colectivas que aseguren la buena calidad del agua que llega a los grifos de todos los pueblos zamoranos. Afortunadamente, la provincia cuenta con masas fluviales que garantizan la excelencia del suministro. Lo que hay que hacer es planificar su obtención en las mejores condiciones y con los menos costes posibles. Estas agrupaciones tienen que concienciarse de que el abastecimiento de agua es un servicio esencial, seguramente el que más para asegurar el futuro de los municipios. Es un ejercicio muy ilustrativo releer el diccionario Madoz, que aporta datos del ordenamiento territorial de España de 1846 a 1850, y conocer la importancia que se le daba en el siglo XIX a la calidad del agua. Tanta que los asentamientos humanos dependían de esta circunstancia.

Los ayuntamientos tienen que cuidar al máximo la calidad del agua que llega a los grifos y los ciudadanos concienciarse de que no se puede consumir como si este bien fuera ilimitado. La Administración, por su parte, debe hacer cumplir a rajatabla la normativa sobre utilización de productos fitosanitarios en el campo y el asentamiento de naves ganaderas para evitar en lo posible la contaminación por exceso de nitratos. La abundancia de agua y su calidad ha marcado desde siempre el porvenir de los pueblos. Sin agua buena no hay nada.