Es posible que si a Walter Scott le hubiera dado por la descripción novelada de "nuestra guerra de la reconquista", a estas alturas tendríamos amplios dosieres que, cual episodios galdosianos, glosarían todos los avatares/situaciones/hechos que, en tan dilatado/crucial/importante espacio temporal, tuvieron lugar en la península ibérica (ese lugar perijeliano del ciudadano Unamuno y Jugo (D. Miguel). El continente europeo tal vez tenía, en el comienzo del siglo X, una gran aglomeración de problemas que le preocupaban/ocupaban/absorbían y, es posible, que lo que ocurriera en "el fin de la tierra" lo encontrara un tanto lejano, acaso colateral y la mantuviera un tanto al pairo.

Estamos en el Papado de Esteban VIII [(parece que supeditado al duque Alberico (de la saga/entresijos/uniones de Marozia)], y aquí, en Hispania, se declara, en el año 939, por Abd al-Rahmán III la "campaña de la omnipotencia" (gazat al-kudra o Campaña del Supremo Poder) contra los leoneses, con la previsible intención de romper en dos partes la Corona leonesa. Es la Corona leonesa, en esos momentos del siglo X, el otro auténtico poder integral (militar, económico y político) que se ubica en la península y que, limitado al sur por la línea del río Duero, mantiene instrumentalmente la vigilancia y el acecho hacia el sur agareno, con frecuentes encuentros bélicos que, hasta el momento, en la dirección del soberano leonés Ramiro II, no han sido muy favorables.

Todo parece indicar que Abd al-Rahmán III (que ha ordenado la guerra santa, para provocar un amplio reclutamiento, contra la Corona leonesa, sale de la ciudad de Córdoba a finales de junio (pudiera ser el día 28) y se encamina hacia el norte, desde La Transierra, donde pudiera haber estado concentrado sus tropas, con un gran ejército de 100.000 guerreros para cruzar el macizo central (con posibilidades por los Puertos de Perales o de La Ballejera siguiendo la Vía Dalmacia y la Vía de La Plata, mejor que por el de Tablada) y presentarse ante la ciudad leonesa de Zamora que, seguramente, está expectante, ¡trágicamente expectante!, ante tan amplio despliegue bélico.

Hemos señalado ya situaciones sobre la Zamora del siglo X, que necesario, ¡y hasta obligado!, en el ánimo de su extraordinaria importancia, reiterarlas: "Zamora es la ciudad con mejores defensas, la más importante, estratégicamente hablando de toda la Corona leonesa". Abd al-Rahmán III sabe de esta importancia de Zamora y por eso trata de anular el poder militar que la ciudad representa. Zamora, en el verano del 939, está la espera de la llegada del auxilio de los ejércitos del rey leonés Ramiro II, pero tal espera se altera, ya que es truncada por las decisiones estratégicas/militares de Abderraman III.

Cuando los ejércitos del omeya Abd al-Rahmán III tienen ante sí a Zamora, tuvieron que quedar también impresionados, en la Edad Media tenía que imponer: "La ciudad más fuerte de la Corona leonesa, la mejor amurallada, la de los siete cercos y siete fosos la llaman". No era nada sencillo tomar Zamora y el califa es sabedor de la situación, tanto de la importancia de Zamora (con sus defensores muy preparados) como, por otra parte de los movimientos de las tropas leonesas y de sus aliados que desde el nordeste, en movimientos acelerados, caminan hacia Zamora Abd al-Rahmán III actúa tácticamente y, por ello, divide su ejército, dejando, según algunos relatos, 20.000 hombres cercando a Zamora y el resto de 80.000 hombres parte al encuentro de los ejércitos del rey leonés Ramiro II.

Hemos descrito que: "Los zamoranos del año 939, dicen los relatos, se baten en orden y hasta hacen salidas al campo enemigo, pero el acoso es continuo contra ellos y los sitiadores, para rendirlos tienen que ir al asalto posición tras posición, e idean llenar los fosos con los cadáveres de los combatientes muertos para, en avanzando por encima de los cuerpos inertes, en un espeluznante cementerio, chorreante de sangre y pleno de despojos humanos, hacer un puente de asalto y poder doblegar la indómita/heroica/épica resistencia de Zamora". Eso tuvo lugar el 5-agosto-939.

Ahora que en Zamora podemos contemplar una parte de lo que fueron sus recias defensas medievales, en lo que es la propia ciudadela del castillo, no solo admiramos la situación privilegiada de la urbe de Zamora, admirable desde El Temblajo, en esa curva del río Duero, que al fondo de Las Pajarancas nos anuncia El Arribanzo, o el flanqueo norte de la vaguada del antiguo cauce del río Valderaduey, que hicieron de ella, sin duda alguna, la ciudad más fuerte y poderosa en la Edad Media hispánica epicentro militar de la Corona leonesa, y donde su foso actual, amén de otros que intuimos, pero desconocemos, nos permite retrotraernos hacia la situación límite del mes de agosto del año 939, en una acción retrospectiva de atemporalidad, con esa retrovisión tan impactantemente dantesca, sobrecogedora por demás, de máximo dramatismo y espeluznante, plena de sentido épico y heroico y conformadora del mayor hito bélico de los hijos de Zamora, un hecho de armas extraordinario que marcaría el proceso histórico de Zamora y un ejemplo a seguir por todos para el año 1072 frente a las tropas castellanas.

Los ejércitos de Abderramán III y Ramiro II se avistaran posteriormente en Simancas y fue aquí donde el poder militar agareno fue quebrado y anulado por el ímpetu de los ejércitos leoneses y de sus aliados. La victoria de Ramiro II en Simancas pasa por ser uno de los hechos de armas más importantes de la península Ibérica en la Edad Media, que está datada en textos agarenos y leoneses y tal victoria fue corroboraba, a mayores, con otra victoria más en Alhandega, al dar alcance los ejércitos leoneses en el curso de su persecución, a las tropas agarenas que huían desbandadas desde Simancas.

Para muchos la trilogía de los acontecimientos de agosto del año 939: Zamora, Simancas y Alhandega dieron pie a la formalización práctica de "la idea imperial leonesa" [el Regnum Imperium Hispánico de la Corona leonesa] que ya veía desde Alfonso III El Magno. Por Zamora, Simancas y Alhandega el Califato pide al otro poder de Hispania, ¡por primera vez!, las conversaciones de paz y pacta con la Corona leonesa una tregua de cinco años. Estimamos que las victorias de Simancas y Alhandega de la Corona leonesa fueron viables por la Jornada del día 5 de agosto del año 939 en "El Foso de Zamora". Es de esperar que todos, en la Corona leonesa, lo conmemoremos. ¡Faltaría más!

(*) Del Instituto de Estudios Zamoranos Florian d'Ocampo