Desde el inicio de la ofensiva israelí el pasado 8 de julio en Gaza, asistimos consternados ante la masacre que está sufriendo este territorio ocupado de Palestina, que soporta en tiempos de paz los "muros de la vergüenza" que les separan de sus familias, su trabajo y centros asistenciales, los "check-points", detenciones arbitrarias, y el control de los recursos como el agua, la tierra, la entrada de alimentos, medicinas, y abastecimientos en general.

Por tercera vez desde el año 2008, Gaza con una población de 1,8 millones de personas, sufre una nueva ofensiva israelí, por aire y tierra, viviendo el horror de un bombardeo que destruye sus casas, sus ciudades, hospitales, escuelas, mezquitas y mercados, segando las vidas de la población civil. Más de 1.750 palestinos han muerto hasta ahora, de las que un 28% aproximadamente son niños y niñas, produciendo más de 9.600 personas heridas, sin recursos suficientes para ser atendidas. Desde que comenzó la operación militar israelí el número de personas desplazadas alcanza las 460.000. Por otra parte los misiles de Hamás han provocado la muerte de unas 56 personas, en su mayoría militares israelíes.

Esta masacre que contemplamos a través de la pantalla en las noticias diarias, nos transmite el miedo, el llanto y el dolor de tantos niños y niñas, de sus madres y padres, que no encuentran refugio para sus hijos ni siquiera en los centros de Naciones Unidas como las escuelas de la UNRWA y hospitales, también bombardeados sin respetar las leyes internacionales.

La Resolución aprobada por el Consejo de la ONU para los Derechos Humanos-UNHRC en Ginebra, condenando "las violaciones generalizadas, sistemáticas y flagrantes de los derechos humanos" por las operaciones militares israelíes, con la abstención de los países de la UE, nos muestra lo alejada que está la política de los derechos humanos que prioriza antes los intereses políticos y económicos.

Solicitamos a la Unión Europea, a la comunidad internacional y a Naciones Unidas una acción diplomática efectiva y enérgica, enviando un mensaje claro a Israel.

Consideramos inaceptable cualquier tipo de bombardeo contra la población civil palestina o israelí, y abogamos por un alto el fuego inmediato y permanente, respetando el derecho internacional humanitario, y que se establezca un acuerdo definitivo que defienda el derecho a la paz, la libertad y la coexistencia de los dos pueblos: el palestino y el israelí.

Paralelamente a la tragedia que vive el pueblo palestino en Gaza, queremos resaltar la situación que sigue sufriendo la población siria frente al régimen de Al Assad. Otro foco de dolor olvidado por los medios, y por lo tanto olvidado por la sociedad.

Desde marzo del 2011, coincidiendo con la "primavera árabe" comenzaron en Siria las manifestaciones populares, solicitando cambios políticos, derechos y libertades. El gobierno respondió disparando contra los manifestantes, llegando a alcanzar la cifra de 6.000 muertos.

Desde entonces la población siria sufre la vulneración sistemática de los derechos humanos y la impunidad por las detenciones arbitrarias, torturas y crímenes. Los datos facilitados por la Coalición Nacional para las Fuerzas de la Oposición Siria son reveladores:

-200.000 rebeldes muertos.

-100.000 fallecidos del Régimen.

-600.000 personas minusválidas.

-300.000 detenidos.

-8.000 mujeres y niñas mayores de 8 años violadas.

-3.000.000 millones de viviendas destruidas.

-10.000.000 millones de personas desplazadas.

-3.500.000 refugiadas.

1.500.000 personas no pueden desplazarse ni huir por encontrarse en los llamados "sitios militares", que responden a una estrategia destinada a quebrar la voluntad de la población civil, sin recibir ayuda humanitaria, obligada e elegir entre rendición o morir de hambre.

La población civil padece los bombardeos y el uso de armas químicas prohibidas eligiendo estratégicamente como objetivos militares los centros escolares, hospitales, mercados, mezquitas e iglesias en las horas más concurridas, con el fin de matar al mayor número de población, incluidos niños y niñas.

La población siria ve morir a sus padres, hijos, hermanos y amigos. Ven arder a sus seres queridos o cómo han destrozado su cuerpo. Han perdido sus casas y pertenencias. Las ciudades han sido destruidas, casas, escuelas y hospitales, viéndose obligados a abandonar sus ciudades y desplazarse a otros lugares buscando la seguridad para sus familias.

Dentro del sufrimiento del pueblo sirio, víctima del Régimen, el caso de los niños y niñas merece una mención especial. La felicidad de la infancia se ha visto golpeada con la muerte de sus seres queridos y la destrucción de sus casas y escuelas. Han vivido los bombardeos, han visto muertos profesores, compañeros y compañeras de clase carbonizados, ardiendo, sepultados bajo los escombros. Los supervivientes heridos sufren sus cuerpos destrozados, con pérdida de alguna de sus extremidades y quemaduras de armas químicas prohibidas, como el napalm. Viven bajo un tremendo trauma psicológico, sin recibir el necesario apoyo profesional por falta de medios, tienen terror a los aviones, que obliga a muchos de los niños y niñas a vivir encerrados en la parte más segura y pequeña de la casa.

Las familias sirias sienten el sufrimiento y la impotencia de no poder proteger la vida de sus hijos e hijas, garantizarles la seguridad, cubrir sus necesidades físicas y educativas, y ver cómo se rompe el proyecto de sus vidas, cuando lo único que quieren es vivir en paz y verles felices. Como dice un padre que ha perdido a su hijo de 12 años en un bombardeo: "Era un niño feliz, solo quería vivir, estudiar y jugar. Han matado la inocencia de la infancia siria". O como llora desgarradoramente una niña en el quirófano, con un brazo convertido en un amasijo de tendones, huesos y despojos de carne sanguinolentos "¡mamá, quiero irme a casa!".

Gaza y Siria son víctimas de los bombardeos, de la destrucción, dolor y muerte.

Nos sumamos al sufrimiento de ambos pueblos, pero no lo aceptamos y exigimos que la comunidad internacional y las Naciones Unidas detengan las masacres y garanticen su seguridad por medios pacíficos. Ningún obstáculo es insalvable cuando se trata de alcanzar el derecho humano a la paz.