Un año más, un verano más, abierta Zamora por vacaciones, con agosto arrastrando el regreso temporal, por unas semanas, de tantos paisanos de la diáspora, cada vez más, pues la crisis, como se sabe, ha vuelto a dar presión al grifo, jamás cerrado, de la emigración. Se llena la capital y se llenan los pueblos de veraneantes, ahora sí que la vida se anima y el ánimo se alegra, con la perspectiva de las fiestas patronales por delante en muchas localidades, y la provincia, por un tiempo, por este tiempo limitado, parece lo que nunca acaba de ser y un trampantojo de lo que no acaba de producirse: desarrollo industrial y económico, puestos de trabajo, y eso por mucho que algunos se inventen mesas de diálogo social y cosas así, para hacer como que hacen algo mientras esperan la llegada del AVE cargado de maná.

Claro que Zamora se llena tanto, puede ser, no solo porque aquí la emigración, aunque sea la emigración interna hacia otros puntos más prósperos del país, es más numerosa, sino también porque a juzgar por los datos que se manejan resulta que son más bien pocos los zamoranos que salen de veraneo hacia las costas o hacia la montaña o hacia el extranjero. Siete de cada diez familias pasan las vacaciones en su vivienda habitual. O sea que se trata de un turismo fundamentalmente casero el que se recibe en esta época, aunque cierto es que también los hoteles aumentan sus cifras de ocupación. Más o menos, de todos modos, supone unos ingresos para Zamora que se suele reflejar en la hostelería y en el comercio.

Lástima que sin embargo la provincia parece que haya experimentado un bajón en cuanto a la demanda de turismo rural, una iniciativa que tuvo un gran éxito en toda España, durante los buenos tiempos, pero que ha ido perdiendo fuelle, por la crisis y porque no siempre ha respondido a las expectativas de los clientes, por unas u otras causas. La previsión, según los datos, no llega al 30 por ciento, un índice de ocupación por bajo de la media regional y nacional. Claro que Castilla y León se sitúa en el último lugar de las comunidades autónomas en cuanto a recibir visitantes en sus hospederías de los pueblos. Algo que no se entiende dados los muchos y tan diversos alicientes turísticos naturales existentes.

Sea como fuere, el lleno está asegurado en Zamora este mes de agosto para bien de todos, y mejor tal vez al tratarse de eso: del turismo casero habitual por estas fechas, propio, entrañable, al que se acoge con los brazos abiertos y al que los ayuntamientos, empezando por la capital, se esfuerzan en proporcionar encuentros y distracciones, en especial para las noches de seco calor castellano. Más de cien mil vehículos estima la Dirección General de Tráfico ruedan este fin de semana de la Operación Salida por las carreteras de la provincia. La leve recuperación de la crisis para los que la han sufrido, e incluso la aún más leve bajada del precio de los carburantes, se ha dejado notar a la hora de ponerse en marcha.

Hay que desear que el verano no sirva para confirmar ese repunte que se está registrando en el país en lo que va de año en cuanto al número de accidentes de circulación y víctimas mortales se refiere. Mucha precaución y prudencia al volante es lo que se necesita, que lo único que importa es llegar.