Ayer estuve en Bermillo de Sayago impartiendo la conferencia "La moda de lo rural: el ejemplo de la comarca de Sayago". La actividad formaba parte del programa de actividades culturales "La Mayuela 2014", que se desarrolla en la capital sayaguesa durante el mes de agosto y que cuenta con casi una veintena de actos muy diversos: conferencias, teatro, exposiciones, música tradicional y otras actividades muy atractivas que sirven para que, al menos durante estas semanas de verano, la vida cultural de la zona adquiera un protagonismo especial. Cuando hace unos meses los organizadores de estos eventos contactaron conmigo, mi respuesta inmediata fue que sí, que me apetecía muchísimo compartir con los habitantes de Sayago algunas de las ideas sobre el medio rural que he expuesto en numerosos congresos, jornadas y foros nacionales e internacionales durante los últimos años.

Y ahí estuve, compartiendo con un numeroso público mis impresiones sobre uno de los fenómenos más interesantes que se han producido en la sociedad española en las últimas décadas: la revitalización de algunos signos y símbolos rurales que antaño tenían poca aceptación social y que hoy, sin embargo, se han puesto de moda. Me refiero a la recuperación de actividades agrícolas tradicionales que se representan en las fiestas populares (siega, trilla?), la reparación del patrimonio arquitectónico popular (palomares, ermitas, fuentes, corralas,?), el "boom" del turismo rural, la construcción de segundas residencias en zonas y espacios de alto valor medioambiental, el crecimiento de la agricultura ecológica y de los alimentos saludables, la edificación de centros de interpretación, la recuperación de las fiestas tradicionales, la asistencia masiva a las romerías, etc. En fin, todo un amplio abanico de elementos de la cultura tradicional que, si hace unas décadas eran poco valoradas, hoy, sin embargo, se han puesto de moda.

Algunos estudiosos (sociólogos, antropólogos, etc.) piensan que este florecimiento de actividades tan diversas es la demostración de que la cultura rural está renaciendo de sus propias cenizas. Si hace dos o más décadas, como consecuencia de los efectos del éxodo rural y del envejecimiento progresivo de la población, todo ese cúmulo de expresiones culturales se encontraron en un callejón sin salida y muy pocos eran los que confiaban en su revitalización, ahora nos encontramos con todo lo contrario, es decir, con el consumo de expresiones y símbolos rurales que antaño eran despreciados y que ahora se consumen como rosquillas. Por tanto, ¿estaríamos asistiendo a una revitalización de la cultura rural? Yo creo que no. Tal y como están concebidas hoy, muchas de estas expresiones culturales son una expresión banal, superficial y adulterada de las formas de expresión de la sociedad rural, que ya no es lo que era. Se han convertido en una expresión más del consumo de masas. Que es verdad que hoy están de moda pero que mañana pueden cambiar.