Hay que saber escuchar al personal de calle, ese con el que tratamos todos los días por cualquier cosa. Tomando una caña en el "D 3" de Jesús y Romi en el puente de hierro, en la barra del "Portón" con Manolo, en las sillas blancas del "Entre Dos" de Luna y Carlos en Diego de Ordax (¡qué tapas!) o con la cerveza o el vermut de Joaquín en el "Puzzle" o en cualquiera de los tranquilizadores lugares zamoranos de ocio, se puede vislumbrar, o también leyendo las distintas parcelas periodísticas de estos días, que soplan vientos favorables para la presencia institucional en el Parlamento correspondiente de Jordi Pujol a fin de que se explique bien o de fortalecer las posturas soberanistas catalanas que tanta trampa propia ocultan. En este asunto hay quien calla como un cadáver, como si con él no fuera a ir la cosa, véase si no el Junqueras, y hay quien quiere guardar la ropa para que no se le moje demasiado con el aguacero que está cayendo, esperando que no se convierta en tormenta con estos días de calorina sahariana. En contraste de todo ello y no se sabe si en consecuencia, el Gobierno parece haber asumido una posición de aparente desinterés veraniego y de no beligerancia en sus tratos con el señorito Mas, don Arturo, que sigue erre que erre con que habrá de tener un "choque de trenes" de aquí a noviembre con el Gobierno central. Ya no podemos saber si quiere la ruptura definitiva o el arreglo provisional con todo lo que tiene que asumir en eso de ser el segundón en CiU de don Jordi, el exhonorable defenestrado.

Lo que nos tiene que interesar a nosotros primordialmente son los intereses de España, ni políticos ni estratégicos. Hay que acomodarse a la nueva circunstancia histórica en Cataluña sin necesarias convulsiones ni pérdida de serenidad y estabilidad. Tendría que tenerles sin cuidado a todos quién, o quiénes no, pueden ganar las elecciones próximas. Ese acuerdo, cerrado, entre ERC y CiU quieren llevarlo a cabo, como es lógico, caiga quien caiga y por eso tal vez Oriol Junqueras, no sé yo si tan republicano como asegura, calla y no se define y en la sombra incordia al PSC y a su nuevo jefe nacional, Pedro Sánchez, que da la sensación tristemente de que no se aclara en este tema, o a lo mejor no se atreve (y vete a saber qué es peor).

En realidad, al final, pasará lo que la gente quiera que pase, al margen de algaradas y berridos, más o menos preparados demagógicamente. España va siendo mayor de edad y sabe bien que en las relaciones, sobre todo las internacionales, no se cotizan mucho los vaivenes tontos. Y es que algunos son como los mirones en el bar: a callar y a dar tabaco y así no se arriesgan a que les partan la cara por soltar la lengua a tiempo o a destiempo. Todos sabemos que los seísmos y los tsunamis son rarísimos en el mar Mediterráneo. Si a todos ellos les dieran para tomar pasiflora y algo de stramonium y huyeran de la química en medicamentos como los homeópatas, otro gallo nos cantaría a todos y les iría bien a ellos e incluso a nosotros, que veríamos todo con más parsimonia y tranquilidad.