La última ministra del gobierno de Rajoy para la cartera de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, ha tomado posesión a finales de abril, sustituyendo al señor Cañete. Isabel García Tejerina ha prestado juramento mientras extendía la mano sobre un ejemplar de la Biblia, situado junto a un crucifijo, a cuyo lado izquierdo estaba colocado un volumen de la Constitución. Esta podría ser la escueta crónica de un importante acto institucional que afecta al gobierno de España en el año 2014. Han pasado más de 35 años desde que entró en vigor la Constitución de 1978. En ella se recoge que "ninguna confesión tendrá carácter estatal". Lo que efectivamente significa que debe darse la separación entre Iglesia y Estado, además de la obligación de ser neutral respecto a las religiones. Ya vemos que a la ministra mencionada lo que disponga la Constitución le da lo mismo, es posible que a las autoridades presentes en el acto les ocurra lo mismo. ¿Es que no veían Rajoy y el nefasto ministro de Justicia, Gallardón, que su compañera de partido y de gobierno estaba violando la norma que... ¡paradojas de la vida!, iba a jurar respetar en el cumplimiento de sus funciones? Con la mano sobre la Biblia, ya lo habían hecho casi todos los compañeros de gabinete, nos están mandando un claro mensaje sobre qué principios son más importantes para ellos y ellas. Ponen su fe católica por encima de la propia Constitución. Se trata de hechos y evidencias que se pueden comprobar en sus comportamientos. Se encomiendan a la Virgen del Rocío, piden que santa Teresa interceda por nuestro país "en estos tiempos recios" o el ministro del Interior condecora con la medalla de oro al mérito policial a Nuestra Señora María Santísima del Amor, máxima distinción del cuerpo. Dan más miedo que risa, la verdad.

Algunos piensan que el nacional-catolicismo ha vuelto. Posiblemente estuviera atenuado, porque con los gobiernos socialistas la Iglesia conseguía mantener sus privilegios, plasmados en los inconstitucionales acuerdos que España firmó en 1979 con la Santa Sede. Debieron suspenderse, o denunciarse, por Felipe González antes de perder las elecciones de 1996, o en los siete años en que el melifluo Zapatero gobernó este país. Por eso siguen exentos de pagar el IBI, la Hacienda pública recauda tributos para la Iglesia católica y mantienen la Religión en la escuela pública, con el agravante de que, con la nueva ley de educación, la nota de esta asignatura contará para la media del expediente.

En fin, vemos al señor Rajoy, a su vicepresidenta y a sus ministros, amenazar a unos y otros, nacionalistas, antisistema, radicales, etc., con la Constitución, que si no está en ella, nada tenemos que hablar o discutir. Ya, y sobre la separación Iglesia-Estado, que sí está en su articulado, ¿por qué no cumplen ni hacen cumplir, como han jurado?

Hemos tenido que esperar al 19 de junio, a la proclamación del nuevo rey, para comprobar que Felipe VI no solo es un rey constitucional, sino también laico. Ha sido una ceremonia sencilla, exenta de símbolos religiosos, misas, obispos y bendiciones. ¡Ya era hora! ¿Si el jefe del Estado elimina la parafernalia religiosa de los actos institucionales, también lo hará el gobierno del PP? Espero que a partir de esta fecha, ningún fantoche meapilas, de un partido u otro, de cualquier poder público o de cualquier gobierno, se atreva a incumplir la Constitución respecto a la aconfesionalidad del Estado. Estoy seguro de que la vigilante Fiscalía del Estado actuará de oficio. Ya nos han avergonzado bastante, muchos años, muchas veces, con su impúdica exhibición de creencias y debilidades. Si representan a cualquier institución constitucional, absténganse de mostrarnos sus miserias morales o religiosas. Resérvenlas para sus moradas y capillas. Esperamos no más funerales de Estado en catedrales, ni procesiones religiosas con representantes políticos, ni curas castrenses, ni queremos oír el himno nacional cuando el cura llega a la Consagración en la misa del día de la fiesta de nuestro pueblo. Aprendan de nuestro nuevo rey constitucional, respeten la Constitución... ¿entienden? ¡Toda la Constitución!