Vidas que guían

El homenaje al doctor don José Miguel Diego Gómez ha sido un verdadero acontecimiento que por sí solo nos dice y cuenta la recia personalidad de este singular personaje, hijo de esa tierra dura y tenaz, prueba inequívoca de ese determinismo geográfico. Ferreras de Abajo es su patria chica y con esas raíces y una madre maestra de escuela, une dos grandes valores que, debidamente atendidos, forjará esa radiante personalidad que seguirá su camino a través de las aulas universitarias hasta alcanzar su título de Medicina, que no dejará descansar para seguir subiendo y dominando espacios y categorías en el arte y saber médico en la labor humanitaria y científica.

Bien supieron contar su categoría las autoridades académicas, sus trabajos y su nivel, de la misma manera que se resaltaron sus valores humanísticos, caso muy corriente en el mundo de la medicina en la que confluyen ciencia y humanismo en dignísimas proporciones. Capítulo muy importante lo constituye su presencia en multitud de congresos de su especialidad a través de medio mundo y siempre con una colaboración activa. No podemos dejar atrás su última gran obra, la Fundación Caja Rural, por él llevada y dirigida con tal categoría que constituye una referencia científica y cultural no solo a nivel nacional. El trabajo desarrollado a lo largo de la Fundación supone una de las labores más destacadas dentro de su campo.

El homenaje es una muestra de la atención de todos los estamentos, desde los académicos a los políticos y un público que abarrotaba todo el complejo de la UNED. A lo largo de las numerosas intervenciones se dejaba caer, con esa sencillez propia del momento, el recuerdo emotivo a su mujer, esa luz que en el silencio fecundo de la espera tejía en el ánimo el aliento hecho ayuda generosa a la constancia y tenacidad de quien llegaba satisfecho y dispuesto a seguir. Hermosa lección que hemos de valorar, recoger y seguirla. Gracias, doctor Diego, por esa inolvidable lección.